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Missa de la Cena del Señor (28 marzo 2024)

Homilía del P. Manel Gasch i Hurios, Abad de Montserrat (28 de marzo de 2024)

Éxodo 12:1-8.11-14 / 1 Corintios 11:23-26 / Juan 13:1-15

 

El amor de Jesucristo que el domingo de Ramos os proponía contemplar bajo el nombre de solidaridad, se hace hoy presente y activo. De hecho, en este Jueves Santo conmemoramos y recordamos que el Señor nos ha dejado el signo más fuerte de su solidaridad, la presencia continuada entre nosotros, por el sacramento de la eucaristía.

Debemos agradecer esta memoria activa en el interior de la historia. Nuestra debilidad era demasiado débil para fiarnos de que podíamos guardar el Evangelio solos, sin la fortaleza de esta realidad eucarística que nos recuerda la persona, la vida, la pasión y la resurrección de Cristo y que nos deja siempre mirando al futuro, esperando su retorno definitivo. Esta solidaridad es la mayor que puede haber: no es sólo un signo, no es sólo una palabra, no es sólo un rito, Jesús de Nazaret se dio a sí mismo.

Hace unas semanas escuché de un obispo francés la frase: Hay que actuar desde el interior. Il faut agir de l’intérieur, que él atribuía a una conversación privada con el hermano Roger de Taizé, hace unos cuarenta años. El Jueves Santo es un día que nos revela la validez de esta afirmación.

Actuar desde dentro significa en primer lugar saberse dentro de una forma de hacer, de una tradición. Es casi la primera palabra y la primera idea que escuchábamos en la primera carta de san Pablo a los cristianos de Corinto: “Hermanos, esta tradición que yo he recibido y que os he transmitido a vosotros, viene del Señor.” Los escolanes entenderán bien de qué habla San Pablo porque también hacen muchas cosas “desde dentro” y les gusta mucho reivindicar las tradiciones, sobre todo las que les van bien. Cuántas veces los prefectos, educadores y profesores no hemos escuchado la frase: “eso siempre se ha hecho así”. Pero no hablamos de tradiciones de la Escolanía sino de toda la Iglesia, de la tradición del mismo Jesús.

Hoy es un día en el que nos sentimos mucho dentro de esta tradición de Jesús, una palabra que significa entrega, trasmitir.

Él actuó desde dentro y se entregó por nosotros desde el interior, de la costumbre de su familia, de su religión. La cena pascual era una de las conmemoraciones más importantes del pueblo judío. Jesús no inventó un signo extraordinario, sino que se mantuvo dentro de la tradición de Israel.

Hay otro sentido de este actuar desde el interior que viene marcado por lo cotidiano. Jesús lava los pies como era costumbre entre los judíos, bendice pan y vino, en una cena. Nada fue extraordinario. Todo eran elementos y actos que ocurrían habitualmente. Pero actuar desde el interior, dentro de una tradición, no significa inmovilismo, no quiere decir que nada se mueva. El sentido que Jesucristo dio a la cena pascual de Israel fue totalmente nuevo, quizás porque actuó desde el interior no sólo de una tradición y de una cotidianidad sino que lo hizo desde el interior de su ser, por eso su gesto tiene todavía mucho más valor.

¿Qué había dentro de Jesucristo? Naturalmente sólo podemos acercarnos desde el misterio, pero sabemos que Él, que al final quiso entregarse como pan y vino, era al principio la Palabra de Dios hecha hombre. La voluntad de donación, la voluntad de que su amor alimentara a todos los que creerían en Él era intrínseca, fluía. Entre estos dos momentos de encarnación y pasión, existe una vida marcada por la sabiduría, por la comprensión del ser humano en sus dimensiones más profundas, por el carisma de ayudar. Ayudar a las personas que buscan un sentido a la vida proponiéndoles el amor, ayudar a los hombres y mujeres enfermos a recuperar la salud, proponer un nuevo horizonte social, que él llamó Reino de Dios y que quedó ligado indisolublemente a su persona y a su presencia. Hermanos y hermanas, la eucaristía en tanto que sacramento pascual y memoria de Jesucristo no está desconectada de su vida, de su Evangelio.

En las palabras “haced esto en recuerdo mío” quizás no sólo quiere decir que reproduzcamos la cena pascual y celebremos la eucaristía; también puede querer decir que imitemos lo que le inspiró, la donación radical y la vida que esta santa cena sellaba.

¿Cómo podríamos vivir nosotros desde el interior, fieles a lo mejor de nuestra tradición?

Tenemos un reto colectivo como cristianos en descubrir y vivir más profundamente la espiritualidad de nuestra fe y sobre todo en comunicarla. El diario decía ayer que un 20% de los catalanes no saben que es la Navidad. ¡Mejor no preguntar por la Pascua! Debemos convencernos del privilegio que tenemos de poder dar a nuestra vida la dimensión de ser una existencia que se vive en comunión con Cristo, con fe.

Hay momentos, ojalá esta Semana Santa fuera uno, o lugares, y también ojalá Montserrat lo fuera para muchos, en los que parece que tocamos más de cerca esta realidad de Dios. Es necesario siempre hacer memoria de los momentos intensos de oración, de comprensión de nuestra fe.

Dios nos llama hoy a ser los testigos de esa solidaridad activa y presente que surge de la celebración de este Jueves Santo y de los signos que lo acompañan. Jesucristo sigue siendo siempre solidario con nosotros y esto hace que a menudo lo sintamos cercano, presente, inspirador. Pero existe una solidaridad activa que viene del Evangelio que necesita nuestras manos y nuestros gestos. Pueden ser gestos distintos, desde la oración al servicio activo, pero todos tienen su origen en la caridad de Cristo llamada a extenderse a través de nosotros.

La ayuda a situaciones difíciles también se incluye en los gestos de solidaridad que nos pide el Evangelio. La realidad social de nuestro país es en muchos aspectos precaria y el origen de muchas de sus fragilidades radica en la falta de un trabajo digno. La Fundación Acción Solidaria contra el Paro lleva muchos años dignificando, con la ayuda a proyectos de empleo, la situación laboral de los más necesitados. Como hemos hecho otras veces, os pedimos que colaboráis en la colecta que haremos a favor de ellos, como una muestra de la caridad de Cristo que hoy celebramos.

Hoy Jesús nos invita a entregarnos. Pensadlo los más jóvenes, los escolanes. Toda esa solidaridad y entrega de la que estoy hablando significa ser capaces de servir, de amar. El lavado de pies era algo que hacían los servidores, los de más abajo de la escala social, quizá chicos y chicas como vosotros, la mayoría de los cuales por aquel entonces no tenían una vida nada fácil. Jesús se puso en su sitio, para demostrar que quería amar y servir. Esto es lo que nos pide que hagamos, siempre y en cualquier situación. Algunos están muy acostumbrados a celebrar la eucaristía y sabéis que en el momento de la consagración decimos “Entregado por vosotros”. En el “vosotros” de Jesús también estamos todos. Él no puso excepciones. Y cada eucaristía es una imitación a ser como Él.

Actuar desde el interior significa también estar atentos a las intuiciones más profundas, aquellas que hacen el bien, que dejan buen sabor de boca, que nos dan paz con sólo pensarlas e imaginarlas. Estas intuiciones deben comunicarse con la vida. La imitación del ejemplo de Jesús es la guía. Amar y servir en todo, sabiendo que no todo el mundo tiene la misma medida y la misma capacidad, pero conscientes también de que las medidas de cada uno sólo le corresponde juzgarlas a Dios. A nosotros nos toca poner en marcha la actitud de arrodillarnos y lavar los pies, y debemos hacerlo todos, pero muy especialmente los presbíteros y diáconos, que hoy conmemoramos el don con el que el Señor nos unió para siempre a su “tradición”, a su entrega.

Comprometámonos, mientras lo reproducimos y cantamos que “donde hay verdadero amor, allí está Dios”

 

 

 

Última actualització: 29 marzo 2024