Homilía del P. Manel Gasch i Hurios, Abad de Montserrat (24 de diciembre de 2025)
Isaías 9:1-6 / Tito 2:11-14 / Lucas 2:1-14
Hoy, Explicamos la historia del amor de Dios conocido en Jesús de Nazaret.
Queridos hermanos y hermanas, todo lo que decimos, cantamos y seguramente oramos en el silencio de nuestros corazones en esta noche tiene esa intención: recordar cómo Dios nos ha amado sin medida y cómo ese amor se ha hecho real y palpable en Jesús, de quien proclamamos que es la misma Palabra de Dios hecha hombre.
La identidad de esa solemnidad de Navidad nos viene de nuestra historia. Cristianamente se hunde en la narración del Evangelio que hemos escuchado, pero también fue avanzada en los profetas, entre ellos de forma relevante en Isaías de quien hemos escuchado el tercer nocturno y la primera lectura. Él recogía la expectación de un pasado anterior a la venida del Mesías que nos permite hoy a nosotros, si conseguimos empatizar con la esperanza que él nos propone, profundizar la comprensión de ese Cristo, que se hizo hombre en Jesús de Nazaret.
¿Qué nos dice Isaías? Que caminábamos en la oscuridad y que nos viene un príncipe que nos es luz, paz, estabilidad. Alegraos y haced fiesta. ¡El profeta nos habla del contraste y del cambio total que el evento del Mesías lleva a la tierra!
El Antiguo Testamento es nuestra primera historia, un relato del pasado siempre nos interesa para situarnos en el presente. Y hoy hay tres grandes aspectos que quisiera comentaros sobre el significado de nuestra celebración.
En primer lugar, Navidad nos provoca un canto de júbilo. Nos entretenemos. Los monjes de Montserrat nos entretenemos especialmente y me parece importante. Es incluso algo alternativo celebrar durante más de tres horas esta noche con todos vosotros, los que estáis aquí y los que os unís desde lejos, pero no tiene otra intención que subrayar su importancia, al igual que lo hacemos la noche de Pascua. ¡Cantamos y cantamos! “Cantad, cantad, cantad” es el inicio de los primeros tres versículos del salmo responsorial. En los himnos de Navidad nos referimos al cántico nuevo que nos inspira esta noche y que por todo ello entonamos un momento de alabanza. No os preocupéis los escolanes que mañana empezareis vacaciones y dejareis de cantar un poco, pero, por ahora, esta noche, cantemos la Navidad.
En segundo lugar, actualizamos la dimensión absolutamente teológica de la Navidad. ¿Qué significa esto? Dios se ha hecho hombre y ha salvado a la humanidad. Debemos dar un sentido hoy a esto que proclamamos en cada momento en nuestra liturgia. San Anselmo de Canterbury se preguntó en uno de sus libros más famosos: ¿Por qué Dios se hizo hombre? Y Ciertamente que el doctor Magnífico, dice que Dios no lo necesitaba, sino que lo hizo por nosotros, por amor. Quizá sea bueno que personalicemos e individualicemos esta idea de salvación y de cariño para cada uno de nosotros. Reconocer que estar adheridos a Jesucristo en nuestro bautismo renueva aquella acción salvadora de Dios que empezó al haber asumido nuestra humanidad, nos hará ser más profundamente agradecidos por el don de Jesucristo en la Navidad. Os aseguro que comprender esta visión teológica, de la fe que ilumina a nuestro ser cristiano nos lleva a vivir una Navidad diferente, desde el interior, desde el sentido. Creo que es muy importante repetirlo y creerlo. Asumiremos con una alegría diferente todo el entorno festivo de estas fechas. Os invito pues a ir un poco más allá de la envoltura de estas fiestas. Quizás para que me entendáis bien los escolanes, os invito a desenvolver todos los regalos, como en aquellas bromas o aquellos amigos invisibles donde hay muchos paquetes, unos dentro de otros, como si al final quedara una caja pequeña, la última, en la que está Jesucristo y es la que nos ha hecho ir deshaciendo los lazos y los papeles.
En tercer lugar, el Reino de paz, de justicia, de amor, que Jesucristo vino a llevar a la tierra no ha sido automático. No hemos pulsado un botón y todo se ha puesto en marcha. Quizás porque Dios al hacerse hombre se ha auto limitado voluntariamente, ha escogido una manera tan profundamente humana de actuar en Cristo, tan sometida al tiempo y a las circunstancias que acabará crucificado. Dios nos ha salvado, nos hemos adherido a su salvación, pero en el día a día nos resistimos y Él deja el margen para resistirnos, ¡no nos fuerza!
Individualmente, podemos realizar el análisis de cuando no somos realmente constructores del Reino. Es fácil para todos, ¿A quién queremos parecernos? Tenemos muchos modelos delante. Pero seamos inteligentes y sepamos ver, qué hay detrás de la imagen de algunas personas que se proponen como ejemplos. Yo de vosotros me fiaría primero de quienes conocéis de carne y hueso y de aquellos de los que sabéis algo directamente, más que de los que sólo veis por internet o cuelgan vídeos en Tik tok… Os aconsejaría que aterrizarais porque aterrizar es en el fondo, con perdón de los teólogos, lo que hizo Dios en Jesús. Quizá sí, que tener los pies en el suelo sea una de las primeras lecciones para vivir la Navidad.
También colectivamente parece que nos resistimos y nos preguntamos ante tantas situaciones de violencia: ¿dónde y cómo y por ahí son reales todos estos deseos de paz, de justicia, de felicidad? Aterrizamos en la realidad, pero no podemos dejar de mirar el cielo. Navidad es saber que Dios está ahí y que ha venido y que, por tanto, si nuestros deseos navideños están arraigados en su voluntad, en su esencia amorosa, deben ser buenos y Él es la garantía. Aunque después de una guerra venga otra, antes de que acaben las que ya estaban, ante tantas situaciones de miseria, de ser testigos que a los seres humanos parezca que les falte algo para ser humanos, hay Dios y también hay todo lo que en este mundo ha aterrizado con Él. Toda la bondad que ha traído a la persona de Jesucristo, Hijo de Dios encarnado y su Evangelio, y de todos los que queremos ser discípulos. Que el árbol que cae no nos haga dejar de ver el bosque que crece.
Como todos sabéis, está presente estos días socialmente el problema del hogar y de la vivienda. El último escalón de este drama es el de la gente sin hogar. Es por eso que hoy, como un humilde signo de solidaridad, proponemos colaborar con la Fundación Arrels que se dedica a acoger a los sin hogar y vencer así una de las resistencias que la sociedad pone al Reino de Dios.
Las tres grandes cuestiones de las que he hablado, este presente de alabanza, hacernos conscientes de la dignidad que tenemos como hombres y mujeres salvados, y de no pararnos, atrapados por las resistencias, sino saber enfrentarlas, es lo que nos hace responsables de nuestro futuro.
Lo importante es nuestra reacción a esta conciencia de la acción de Dios en Jesucristo y en nosotros: San Pablo nos ha dicho que nuestra respuesta era vivir una vida de sobriedad, de justicia y de piedad. Se le pueden poner otros nombres, tantos como se quiera, pero quizá la frase final de la lectura sea casi insuperable: quisiéramos ser “un pueblo bien suyo, apasionado por hacer el bien”.
Ojalá sepamos aterrizar también nosotros con Cristo para transformar el mundo según el Evangelio, siendo generosos para devolver amor por amor, un amor que se nos renueva también en cada eucaristía que celebramos.
Última actualització: 29 diciembre 2025

