Homilía del P. Manel Gasch i Hurios, Abad de Montserrat (21 de marzo de 2025)
Génesis 12:1-4 / Filipenses 4:4-9 / Juan 17:20-26
Vivimos, queridos hermanos y hermanas, en un mundo acelerado, en el que ocurren muchas cosas. Dicen que, en tres días, o menos, recibimos la misma información que nuestros abuelos en toda su vida. He encontrado una nueva palabra que se dice, infoxicación y que habla del empacho que nos provoca la conexión y la lluvia constante de noticias. Poniendo algo de sentido del humor un director de cine americano se reía del fenómeno y decía: «Hice un curso de lectura rápida y fui capaz de leer Guerra y Paz de Tolstoi, en veinte minutos; creo que hablaba sobre Rusia» (La novela Guerra y Paz tiene 1.400 páginas).
Empiezo estas palabras refiriéndome al contexto actual porque la memoria del tránsito de San Benito, esto es de su muerte y de su nacimiento al cielo, nos lleva a toda su vida y a la Regla para monjes que escribió, y ésta tiene una enseñanza que pone en cuestión la infoxicación y en cambio remite al silencio, a la capacidad de asimilar lentamente la lectura. Sabemos que esta forma de hacer no le inhabilitó ni para su vida, ni para la comprensión de la persona humana, ni de la realidad de Dios, sino todo lo contrario.
Las lecturas de hoy y el inicio de la biografía de San Benito, escrita por San Gregorio, me han evocado esta dimensión de nuestro padre en la vida monástica como de alguien que es capaz de mantener un diálogo interior. El salmo y el evangelio que hemos leído son un ejemplo.
El salmo decimoquinto, redactado en primera persona y que empieza dirigiéndose a Dios: “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti…”, nos muestra la capacidad que tenemos los hombres y las mujeres de observarnos, de mirar el entorno, de ver qué pasa y si somos creyentes, de confiarlo todo en Dios. El salmo declara la felicidad de estar con Dios, la conciencia que tienen muchos, que, en lugar de Dios, se fían de los ídolos del mundo, para acabar otra vez afianzándose en la suerte de poder decir: “me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.”
El Evangelio da un paso más y nos explica el diálogo íntimo de Jesucristo con el Padre. El evangelista San Juan reproduce durante cinco capítulos este momento entre el Padre-Dios y el Hijo-Dios, donde se repasan tantas verdades de nuestra fe. En el fragmento que hemos leído, Jesucristo tiene conciencia del amor con el Padre lo ha amado, de la unidad que forman, y de su intento de llevarnos a todos a ese amor y a esa unidad. Es un ejemplo de cómo los demás nunca quedan excluidos en esta conversación interior y por eso, como cristianos, debemos tener también a Jesucristo por modelo y debemos intentar estar dentro de Él, identificados con sus palabras, con esta verdad de amor y de unidad. He escuchado últimamente que uno de los problemas de nuestra juventud es la incapacidad de establecer esta conexión con uno mismo, y de encontrar el lenguaje para saber qué pasa por dentro, quizás porque la infoxicación ahoga a los demás caminos.
En Montserrat, en este año del milenario, podemos ser bien conscientes de un ejemplo de cómo este núcleo de oración y diálogo interior se ha mantenido durante tantas generaciones de monjes y por eso hemos propuesto en nuestro lema las palabras Ora, lege y rege te ipsum, pero también somos conscientes del fruto de “labora” y del “in comunitate”, concretado en tantos frutos dados por nuestro monasterio, gracias al esfuerzo de los monjes y de todos los peregrinos que nos han amado tanto y que nos permite todavía hoy seguir comprendiendo y respondiendo a nuestro entorno social, desde el Espíritu del diálogo con Dios.
Este ejercicio de reflexión personal y cristiana lo puede hacer todo el mundo, también lo puede hacer los escolanes, que pensáis, miráis alrededor y, con la ayuda de vuestras familias y de vuestros formadores os preguntáis muchas cosas. Y esto es bueno.
¿Cómo podéis vivir los escolanes el lema del milenario? Permitidme unas palabras dedicadas a vosotros, ya que hoy es la única fiesta de San Benito en este Milenario que celebramos juntos.
La primera es: Ora. Ruega. Rezar forma parte de su servicio en Montserrat. Salve y Virolai, las conventuales, los breves momentos de oración en la Escolanía quieren que también vosotros como San Benito, como Jesucristo tengáis una experiencia y una comprensión de Dios.
La segunda es lege: Lee. No sólo se trata de ir todo el día con un libro en la mano, que también está bien, sino de saber que la escuela y lo que aprendéis os ayudará a entender el mundo y qué es importante. Compartáis con vuestros profesores esto tan benedictino de tener pasión por la cultura, y en vuestro caso con la importancia especial de aprender el lenguaje de la música que ayuda a expresar el alma humana.
El tercero es Rege te ipsum. ¡Domínate! ¡Aquí tenemos a veces un poco de trabajo! Ya que no siempre actuáis y os portáis como quisierais. Tampoco lo hacemos los adultos, ¡aunque a menudo se nos note menos! Es un ideal que aprendáis a controlaros y poneros al servicio de lo bueno, de lo que os ayuda a vosotros y a los demás.
Labora. Trabaja. No estáis en la edad de trabajar como los mayores, pero la Escolanía es pretendidamente intensa y a menudo como coro, está a un nivel profesional. Poder “trabajar” así, entre comillas, cuando sois jóvenes es un buen aprendizaje para todo lo que después tendrá que vivir, cuando sea necesario trabajar para construir el mundo y sosteneros.
Y finalmente, In comunitate. En comunidad. Me parece que de todas las experiencias de convivencia que chicos de vuestra edad pueden hacer hoy en nuestra sociedad, vivir juntos los cuarenta y tantos que sois, os hace vivir la comunidad en muchas dimensiones.
Sí. En este día de San Benito, pienso que vivís este lema con el que los monjes no queremos que todo el mundo haga de monje, sino que queremos compartir la sabiduría de nuestro padre con quienes nos han acompañado durante estos mil años, y no cabe duda de que vosotros habéis sido una parte muy importante y significativa de Montserrat durante casi toda su historia y podéis vivir con espíritu benedictino.
Los primeros capítulos de la Vida de San Benito nos dicen que: «Deseoso de agradar únicamente a Dios, buscó el hábito de una vida santa. Se retiró, pues, prudentemente ignorante y sabiamente indocto». En estas últimas expresiones veo algo totalmente contrario a la infoxicación contemporánea. No es una apología de la desinformación, por otra parte, incomprensible y contradictoria con el lugar que tiene la lectura y la cultura en la misma Regla para monjes que San Benito redactó, sino una defensa de la comprensión bien entendida de todo. Una parte importante de los problemas actuales del mundo, vienen de esta falta de inteligencia profunda de lo que ocurre y de la capacidad de reaccionar a ello. Es muy triste que hagan falta guerras y muertes y destrozos y exilios, para llegar a soluciones que podían tomarse dialogando en pocos días. ¿A quién hace bien todo esto?
Ante un cierto sin sentido, seguimos confiándonos a Dios, que en Jesucristo se hará presente en esta eucaristía y nos dará la fuerza para continuar reunidos, pidiendo por la intercesión de San Benito y Santa María, sigamos en este lugar santo de Montserrat “al servicio de Dios Todopoderoso”.
Última actualització: 22 marzo 2025