Homilía del P. Manel Gasch i Hurios, Abad de Montserrat (21 de marzo de 2024)
Génesis 12:1-4 / Filipenses 4:4-9 / Juan 17:20-26
Podéis imaginar, queridos hermanos y hermanas, que hoy es un día muy importante para nosotros, los monjes, tan importante que los escolanes nos acompañan en esta celebración, entre otras cosas porque en julio estáis de vacaciones, pero para eso todavía falta bastante. Celebramos el santo que nos da el nombre de benedictinos, que todavía hoy nos dice tantas y tantas cosas a través de la Regla, ese santo que habéis visto pintado y esculpido en tantos lugares del monasterio, normalmente siempre con un libro en la mano, que es precisamente la Regla que escribió.
En torno a todo esto quisiera hablar de tres puntos.
Nosotros hemos conocido a San Benito de una forma viva. No hemos descubierto un libro antiguo y escondido y lo hemos empezado a investigar y poner en práctica, sino que, sin interrupción, desde él a nosotros ha habido siempre hombres y mujeres que han querido vivir como él. Nos han transmitido la vida monástica, nos la han entregado. Esta trasmisión es lo que llamamos tradición.
Algo interesante de San Benito es que él nunca pensó en expandirse. Se preocupó del día a día de sus comunidades en el centro de Italia, y quiso escribir para ellas, lejos de imaginar que quince siglos después la Regla serviría para monasterios que están en Australia, en Chile, en Canadá, en Sudáfrica y en cualquier lugar del mundo. ¡Era imposible que se lo imaginara porque ninguna de estas tierras que he dicho se conocían en el siglo sexto! Pero escribió un texto tan notable, que otras muchas comunidades quisieron adoptarlo y cuando se descubrió lo que llamamos el Nuevo Mundo, junto con el Evangelio, también llegó, un poco después, la regla de San Benito. Es un ejemplo de que algunas veces el trabajo concreto y bien hecho es el que tiene futuro, a pesar de no proponérselo. Todo esto forma la tradición benedictina y su expansión.
Es muy importante que sea así por una razón sencilla: la tradición nos enseña normalmente si alguna idea ha funcionado. Nosotros decimos sabiendo que no es mérito nuestro sino don de Dios, que la vida benedictina funciona. ¿Y qué es lo que funciona?
El centro de la espiritualidad de San Benito, en segundo lugar, la forma que nos propone a los monjes de ser cristianos, se resume en una expresión muy simple: buscar a Dios. Es un propósito que compartimos con muchas personas, con los oblatos benedictinos, personas que quieren vivir algunas intuiciones de la Regla en una vida familiar, laboral como la de todos, pero también con todos los bautizados, pues buscar a Dios es algo natural cuando crees, cuando te interesas, cuando quieres amarlo.
Buscar a Dios querría decir tenerlo presente e intentar ver cómo Él está en todas las personas y circunstancias que nos vamos encontrando cada día.
Los monjes querríamos hacerlo con intensidad, en la oración, en la lectura, en una vida donde todos tenemos el mismo objetivo y así nos ayudamos unos a otros.
Los escolanes también lo podéis hacer con vuestras familias, con vuestros compañeros, y con la música que cantáis, por ejemplo, que ha estado muy a menudo compuesta por personas que hacían un ejercicio real de buscar a Dios cuando la escribían, algunos de ellos monjes de Montserrat como sabéis bien. Cantándola participáis de la búsqueda de ellos, la hacéis viva hoy, después de tantos y tantos años en la mayoría de las piezas que cantáis.
Todos podemos buscar a Dios. Hacerlo. Nos dará un aliento distinto a nuestra vida cristiana. El Evangelio de hoy nos prometía que Jesucristo estaría con nosotros de la misma forma que Él y el Padre son una sola cosa. ¿Qué otra garantía necesitaríamos?
San Benito en tercer lugar, no habla de buscar a Dios como una investigación sólo intelectual, metafísica. Su búsqueda se produce allá mismo donde él hizo la experiencia de ser monje, de ser abad. En el día a día y con efectos muy directos en nuestro comportamiento, incluso en nuestra felicidad. Queridos hermanos y hermanas, quien escogió el fragmento de la segunda lectura que hemos leído acertó. Una lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Filipos que nos ha hablado de estos efectos del día a día y de muchos temas que también encontramos en la Regla de San Benito. Estos versículos revelan la proximidad de Dios, lo dicen literalmente: Dios está cerca.
Como he dicho, San Pablo no nos ha pedido cosas extraordinarias. Para la vida de cada día nos dice que vivamos siempre contentos; que seamos amables, de buen trato; que no nos inquietemos y que nos interesemos por lo bueno, lo auténtico, no los fakes que están de moda y que son una manera de engañar a todo el mundo. Como nos relacionamos tanto por medio de la tecnología, ¡podemos engañar a todos sobre quiénes somos! ¡La carta a los Filipenses nos pide lo contrario y también lo hace la Regla de Sant Benet! ¡Tenemos que ser lo que somos! Debéis intentarlo vosotros escolanes, que os encontraréis pronto con un mundo, lleno de publicidad y de modas, que os propondrá ser lo que él quiere que seáis, no lo que cada uno es. Yo espero que mientras estéis en Montserrat, aprendáis también, cómo intentamos hacer los monjes, a escuchar esta voz interior que en nos habla y nos va enseñando el camino de la vida. Es la voz de Dios, y seguirla es siempre una garantía.
En nuestra relación con Dios, nos pide que le recemos y le demos gracias. Y finalmente, nos asegura que si lo hacemos así ocurrirá algo: el Dios de la Paz y la paz de Dios estarán siempre con nosotros. Lo dice literalmente así en griego: el Dios de la paz y la paz de Dios. Este Dios que buscamos porque muchas personas antes que nosotros lo han hecho, que nos dice que amemos la vida, es finalmente el Dios de la paz.
La vida monástica está en el mundo para decirnos que buscar a Dios es recordarle en la vida de oración y también en el buen trato con personas humanas y que encontrar la paz es una prueba de que lo estamos haciendo bien: que estamos buscando a otras personas y no a nosotros mismos.
Éste querríamos que fuera el camino benedictino. Para los que están aquí, para los que nos siguen por los medios de comunicación. A todos los que amáis a Montserrat, no podemos hacer otra cosa que invitaros a experimentar con nosotros esta experiencia de salvación cristiana y benedictina que está en el corazón de nuestra espiritualidad y que lleva mil años en el inagotable camino de avanzar hacia a Dios, siguiendo los pasos de todos los que nos han precedido. Yo os invitaría también a buscar su tradición, a buscar su cotidianidad, en una palabra, a buscar a Dios de verdad.
Última actualització: 23 marzo 2024