Homilía del P. Manel Gasch i Hurios, Abad de Montserrat (1 de enero de 2025)
Números 6:22-27 / Gálatas 4:4-7 / Lucas 2:16-21
Dos mil veinticinco. Con todos vosotros, que amáis y estáis cercanos a Montserrat y quizás también con los que más casualmente, estáis aquí o nos seguís, comprenderéis que nuestra comunidad sienta una cierta emoción al ver hoy este año en el calendario. Aunque es cierto que llevamos cuatro meses celebrando el milenario de la fundación del monasterio, durante mucho tiempo, hemos mirado hacia este número, dos mil veinticinco, como el “momento” que contenía todo el peso de ese aniversario. ¿Realmente estamos en 2025?
Sí, estamos. Y aunque el año nuevo sea una fiesta civil, la Iglesia no se hace para nada ajena de los sentimientos propios de un comienzo que son de acción de gracias y de esperanza, a los que os invito a añadiros.
Acción de gracias por tan buenas cosas que han pasado. Detrás de todas ellas, reconocemos la voluntad de Dios, que nunca ha dejado de amar a este mundo, por eso hemos cantado con el salmo:
riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
Las lecturas de hoy reflejan esta respuesta agradecida al Señor, que nunca se cansa de pedir su bendición y apoyo. De generación en generación, desde el momento en que se escribieron los primeros testimonios de la fe, nos hemos vuelto hacia Dios con humildad, pidiendo que nos recordara y confesando nuestra confianza. Y si bien es verdad que esta justicia de Dios en el gobierno del mundo no es siempre clara y aparente, sabemos que Él tiene la última palabra sobre toda circunstancia. Esta conciencia de su voluntad, se nos transforma en una oración por el fin de todo conflicto en el mundo, por la paz que Cristo nos dejó como realidad y como deseo, y por eso hoy uno de enero, es tan adecuado que celebramos el día mundial de la Paz.
Hoy también entonamos una acción de gracias por nuestra comunidad. Por medio del Abad Oliba, el Señor quiso que monjes benedictinos vinieran hace mil años en este lugar de Montserrat, a vivir, ya entonces junto a Santa María, su vida según la Regla de Sant Benet. Oración, lectura, trabajo y conversión personal en comunidad han sido nuestro día a día. En el fondo de esta vocación monástica y mariana, compartimos con ella esta actitud que nos transmite el Evangelio de hoy: “María conservaba todos estos recuerdos en su corazón y los meditaba”. Durante diez siglos hemos querido ser, como ella, memoria de Dios, por el recuerdo y meditación de su Palabra, en el corazón de cada monje y en el de toda la comunidad. Como Santa María, salvando toda distancia, la Palabra de Dios se ha ido haciendo el proyecto de cada uno y, en una unidad de vocación que ha tomado muchos matices en cada época y por la irradiación contemporánea en tantos campos, nuestro monasterio ha dado fruto. La fertilidad tiene su solidez en el arraigo a esta tradición benedictina, formada por el impacto de la cruz, el libro y el arado, signos del compromiso de los monjes con el evangelio, la cultura y el mundo.
En esta acción de gracias por la inspiración que nuestra abadía ha recibido de Dios, y tal y como hemos hecho durante todo lo que llevamos de la celebración del milenario, están incluidos todos los peregrinos, todos vosotros, que habéis llenado este santuario de sentido con vuestra devoción a Santa María y con vuestro cariño por la comunidad. Si una parte de la vocación monástica aquí, en Montserrat, es compartir con la Virgen este conservar y meditar en el corazón la memoria de Dios, queremos extender nuestra vida espiritual en la medida en que podamos a todos los que se acerquen a la Moreneta y hacéis que este santuario se convierta en un lugar de bendición y de recuerdo de todo lo que Dios ha hecho con su Pueblo, un lugar de evangelización, de conocimiento de Jesucristo, del Evangelio y de la vida monástica. Hace unas semanas acogimos al noviciado de los jesuitas de la Provincia de España y me decía: en el fondo, han encontrado lo mismo que San Ignacio: la Montaña, Santa María y la oración de la comunidad.
Agradecemos el Jubileo con el que durante el milenario el Papa Francisco ha querido distinguir nuestro santuario. Un motivo más para que durante todos estos meses los peregrinos celebren la misericordia de un Dios que nunca es tan omnipotente como cuando perdona y nos compadece. Un año, este 2025, en el que estamos dentro del gran jubileo de la Iglesia, peregrinando en la esperanza, y somos también un santuario jubilar por indicación de nuestro obispo Xabier.
No quisiera que esta acción de gracias por el mundo, por nuestra comunidad y por cada monje que la ha formado, pareciera triunfalista o algo que sólo nos afecta a nosotros. Por eso os invito a participar y hacerlo con la actitud adecuada. Sólo la humildad que desprenden las lecturas de hoy es adecuada para describir nuestra posición frente a Dios y la historia. Todos somos, a lo sumo, los siervos que sólo han hecho lo que tenían que hacer, y nos hemos sentido amados de Dios mucho más allá de nuestros méritos. Por eso nos volvemos hacia él para que “Se apiade de nosotros y nos haga ver la claridad de su mirada”, para que siga dándonos la inteligencia de la fe y del misterio, la que dio a San Pablo, cuando le hizo capaz de formular que por Jesucristo éramos hijos y herederos, la del autor de la carta a los hebreos, que supo que el propio Jesucristo era la Palabra definitiva.
Todos los cristianos tenemos un reto evangelizador. Al iniciar este nuevo año, el evangelio nos hace pensar un momento en el nombre de Jesús, que significa salvador. Desde él, leemos la historia como un diálogo entre su salvación y todo el pecado que Él ha venido a redimir, y le vemos transformando el mundo con su amor, expresado a través de tantos hombres y mujeres que cumplen su voluntad. En Cristo tenemos el fundamento de nuestra vida. Él es quien se sienta en el regazo de Santa María de Montserrat. Él es quien sostiene la piña que representa a la humanidad, diferente pero unida en la confesión de su nombre.
Que Él nos conceda ser, hoy y aquí, en la eucaristía que celebramos, con todos los que os unís, y durante todo este 2025, sus testimonios.
Última actualització: 7 enero 2025