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Domingo de Pascua (20 abril 2025)

Homilía del P. Manel Gasch i Hurios, Abad de Montserrat (20 de abril de 2025)

Hechos de los Apóstoles 10:34a.37-43 / Colosenses 3:1-4 / Juan 20:1-9

Aún estaba oscuro, Noche y día de Pascua quedan así ligados en un relato que no se detiene, cuando María Magdalena fue a ver el sepulcro y lo encontró vacío, como nos dice el evangelio. Su reacción es muy práctica y va a decírselo a Pedro y a Juan, con una descripción de los hechos. 

«Se han llevado al Señor fuera del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto» 

Impresiona que lo más extraordinario de la historia de la humanidad sea narrado con esta sencillez. Sin saltarse por el momento las posibilidades de nuestra realidad. Me hace pensar que la resurrección de Jesucristo nunca pierde de vista que tenía un sentido misionero, que comunicaba un mensaje de Dios a los hombres y mujeres, que no se quedaba en un hecho cósmico desconectado de la tierra. 

La memoria constante de Cristo resucitado debería ser siempre un impulso de vida por todo lo que hacemos. Pero con los pies en el suelo. Se puede tener el equilibrio entre la alegría pascual y del compromiso con nuestro mundo. En este compromiso vamos a destinar la colecta de esta noche y día de Pascua a los programas que Caritas tiene de acogida en viviendas dignas para personas especialmente vulnerables. Sabemos que especialmente las mujeres son, en nuestra propia diócesis, apoyadas por estos programas. 

Una interpretación de este tener los pies en el suelo la he encontrado delante de las aulas de la escolanía, un curso ha hecho unos dibujos sobre personajes cada uno de los cuales tiene asignado en inglés un sentimiento: tranquilo, feliz, nervioso, sorprendido, orgulloso…. En uno de estos dibujos está dibujada una casa de pisos. Fuera de la casa a nivel de tierra está el que está triste, tranquilo y o feliz, en mitad de la casa está el que está nervioso, y encima de todo, tirándose desde arriba de la casa como quien se tira a la piscina y hacia abajo, está el orgulloso. Está bien que la resurrección de Cristo nos provoque un poco de euforia, pero sin perder de vista que debe actuar en nosotros y a través de nosotros. Los primeros discípulos, quienes encontramos en el evangelio de hoy, todos los que encontraremos esta semana de Pascua, no se pusieron ellos mismos como fundamento, sino como testigos de otro, de Jesucristo. De alguna manera diría que prefirieron quedarse en la tierra y tomaron muchos riesgos para la predicación del Evangelio, pero no con ese orgullo suicida de quien se echa de arriba de la casa. ¡Un buen consejo es que reflexionéis sobre lo que pintáis, que siempre lo puede ver el P. Abad y hacer una homilía! 

¡No olvidemos que la otra parte del equilibrio del que tiene los pies en el suelo es la alegría pascual! Es confesar que Jesucristo vive para siempre porque está en Dios. Nuestra alegría es que lo ha hecho por nosotros y por nuestra salvación como confesamos en el Credo, y por eso en la resurrección decimos que él nos ha abierto una puerta. La puerta de la eternidad, de la inmortalidad. El prototipo del icono de la resurrección siempre representa a Jesucristo abriendo éste puerta y yendo hacia el padre. Todo lo que como cristianos hacemos aquí, mientras todavía estamos en este mundo no podrá quedar aparte de un evangelio, de una vida de Jesucristo que en la resurrección ha sido totalmente confirmada. 

También como una continuidad sacramental entre la noche y el día, acogeremos hoy por primera vez en la mesa de la eucaristía, la Vinyet que se bautizó ayer, y los escolanes Pau, Benet, y Guiu. El jueves santo recordábamos que celebramos la eucaristía porque el mismo Jesucristo nos dijo que lo hiciéramos para hacer memoria. Las palabras “haced esto para celebrar mi memorial” quieren decir esto. Pero no es sólo una especie de homenaje a Jesús. Es mucho más. 

En primer lugar, porque cuando Jesucristo dijo: esto es mi cuerpo y esto es mi sangre, come y bebe, ya nos decía que este recuerdo era comunión con Él, la más fuerte que se pueda tener, porque Jesucristo ha querido estar presente, no sólo recordado. Por eso decimos que vosotros hacéis la primera comunión. Porque, aunque estéis unido a Jesús por el bautismo, ahora podréis comunicaros con él cuando recibáis el cuerpo y la sangre de Cristo. 

En segundo lugar. Porque sólo la resurrección podía dar la validez al gesto de Jesús. La resurrección es una luz que lo primero que ilumina son aquellos momentos inmediatos que la preceden de la vida de Jesucristo, su muerte, su cruz y esta última cena, que se convierte siempre en una Parte de su Pascua. Porque sólo si está vivo entre nosotros puede también estar presente, más allá que el recuerdo. 

La comunión por tanto deberá recordaros siempre la comunicación con Jesucristo. Tendréis el ejemplo de su vida, de sus palabras, que os servirán para siempre y la posibilidad de eso que llamamos sacramentos, signos de su amor que actúan, que tienen efectos buenos en vosotros. La fuente y la cima de los sacramentos es la eucaristía que hoy recibiréis. 

Jesucristo nos ha abierto las puertas de la eternidad. 

En este Domingo de Resurrección, nuestra oración se une a la de la Iglesia entera para que Cristo, vivo nos vivifique para que seamos capaces de poner al servicio de su amor, de la construcción de su reino, lo poco que somos y tenemos. Nuestro monasterio, en esta Pascua que es la de nuestro milenario de fundación, quisiera ser por su presencia aquí, a los pies de la virgen de Montserrat, un testimonio de esta fe que proclama como su primera verdad que Realmente Cristo ha resucitado y comunicarlo a todos los que pasan por nuestro santuario. 

(En inglés) En este Domingo de Pascua, nuestra oración se une a la de toda la Iglesia para que Cristo vivo nos dé vida y podamos poner al servicio de su amor, de la construcción de su reino, lo poco que somos y tenemos. Nuestro monasterio, en esta Pascua que marca el milenio de nuestra fundación, desea ser, con su presencia aquí, a los pies de la Virgen de Montserrat, testigo de esta fe que proclama como su primera verdad que Cristo ha resucitado verdaderamente, y comunicarla a todos los que pasan por nuestro santuario. 

Continuamos exultantes por el gozo Pascual nuestra eucaristía en la cual, que como diremos, renace y se nutre admirablemente nuestra iglesia, es decir todos nosotros. 

 

Última actualització: 21 abril 2025