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Misa del día de Nadal (25 de diciembre de 2020)

Homilía del P. Josep M Soler, Abad de Montserrat (25 de diciembre 2020)

Isaías 52:7-10 / Hebreos 1:1-6 / Juan 1:1-18

 

Y la Palabra se hizo hombre. Este es, hermanos y hermanas, el anuncio que nos hace el Evangelio de esta mañana radiante, ayudándonos a penetrar más y más el sentido del nacimiento del hijo de María que hemos contemplado esta noche.

Y la Palabra se hizo hombre. Plantó entre nosotros su tienda, para ser uno de nosotros. Por eso es en la Navidad que toman toda su fuerza las palabras de Isaías que escuchábamos en la primera lectura: qué hermosos son […] los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae el Evangelio.

Es el anuncio definitivo; es la Palabra por excelencia que Dios nos comunica. En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, decía la segunda lectura.

La Palabra todopoderosa y eterna, creadora, que estaba junto al Padre y por la que todo ha venido a la existencia, ahora nos ha sido enviada, hecha hombre para comunicarnos la Vida que hay en ella. Sí: ¡Qué hermoso es sentir la presencia de aquel que es la Palabra y trae la buena nueva, el Evangelio!

El mensajero anunciado por el profeta, el hijo de María, nos es presentado hoy en el evangelio como aquel que es la Palabra eterna. Fijémonos qué implica esta afirmación del evangelio: Palabra significa comunicación personal, revelación de la intimidad, hacer transparente el pensamiento y el corazón, invitación al diálogo. El Dios inalcanzable debido a su grandeza, por tanto, en Jesucristo nos revela su intimidad, nos hace transparente su pensamiento y su corazón, desde el momento que Jesús es la expresión más auténtica de la gloria de Dios y la impronta de su ser, según nos decía, también, la segunda lectura. Todo porque Dios quiere darse a conocer como horno de luz y de amor para establecer un diálogo con la humanidad, con cada persona concreta. Si Dios, en Jesucristo, se da del todo en el diálogo personal, nosotros no podemos rechazar escucharlo, hablarle de corazón a corazón, darle una respuesta generosa viendo su generosidad. El que tiene la gloria de Hijo único del Padre se ha hecho compañero nuestro de ruta; ha asumido nuestra pobreza radical para llevarnos a la comunión con Dios, para que podamos establecer con él un diálogo cordial, de amigo a amigo.

El niño del pesebre habla de una manera elocuente, pues, también con su silencio, al igual que lo hará en la cruz. En el silencio es también la Palabra la que nos habla de humildad, de compartir nuestra experiencia humana, con la debilidad y el llanto que le es inherente. Por eso es muy instructivo leer el prólogo del evangelio de san Juan, que nos acaba de ser proclamado, pensando en la escena tan humana y tan pobre del nacimiento de Belén tal como nos era narrada por san Lucas en el evangelio de la noche.

Y ya antes de hacerse hombre, el Verbo y la Luz del mundo había establecido una relación profunda con la humanidad. El evangelista nos ha dicho que por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él, pues, hemos sido creados; él es el secreto de nuestra vida y de nuestro destino, él nos mantiene en la existencia, él nos proyecta hacia nuestro futuro. En él nos encontramos a nosotros mismos en plenitud, él es la raíz y la explicación última de quien somos. No sólo de nosotros, los cristianos. Sino de toda persona creada. Esta realidad está en sintonía con el hecho de que él es la luz verdadera, la que […] ilumina a todos los hombres. Lo cual nos abre unas perspectivas nuevas en nuestro diálogo con las religiones y con los que no creen, pero se quieren fieles a su conciencia. También ellos participan, de alguna manera, de la Luz que desde los orígenes del mundo ha iluminado e ilumina el corazón humano. “Antes de encarnarse en Jesús, el que es la Palabra se ofrecía ya a la humanidad como luz, como sentido de la vida; se le ofrecía indicando cómo cada persona es llamada a amar, a darse, a superarse a sí misma, a despegar hacia el misterio de Dios “(cf. Carlo M. Martini, Il caso serio della fede, pp. 42.44).

Esto explica, por otra parte, porqué el cristiano no puede permanecer indiferente ante ningún ser humano ni ante ninguna situación de injusticia o de sufrimiento. Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance a favor de nuestros hermanos de humanidad. Se ha visto en la forma en que la Iglesia, en sus miembros, se ha hecho presente para ayudar, para consolar y curar en la pandemia que nos afecta; en la forma en que la Iglesia, en sus miembros, contribuye a paliar las nuevas situaciones de pobreza que se han creado y que cada día van creciendo. Cada uno debe ver cómo puede ayudar a los demás de cerca o de lejos.

¡Qué alegría tener entre nosotros al que es la Palabra! ¡Qué alegría conocerlo por la fe tal como él se nos manifiesta “hoy” que ha plantado entre nosotros su tienda! La liturgia, en sus textos, subraya fuertemente esta expresión: “hoy”. Porque la celebración de la Navidad, como la de Pascua, no es un simple recuerdo, sino una irrupción de Dios en nuestra historia, en nuestro “hoy”. Hoy se nos renueva la comunicación del don concedido a la humanidad en el nacimiento de Jesús. Hoy es, pues, día de memorial; día de recuerdo y de don de la gracia. Una gracia que se concreta en nuestra adopción como hijos de Dios y en la llamada a toda la humanidad para que participe. Cuando el tiempo llegó a su plenitud, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, […] para que recibiéramos la condición de hijos (cf. Ga 4, 4-5; Jn 1, 12), enseña San Pablo en unísono con el evangelio de san Juan.

La Navidad nos sumerge más y más en nuestra filiación divina, en nuestra incorporación a Jesucristo. Y, por tanto, nos adentra en la comunión con el Padre por obra del Espíritu. La intimidad con el que es la Palabra nos hace crecer, nos va transformando íntimamente. Acojamos, hoy, este Don, entremos en diálogo de fe, de revelación y de amor con el que es la Palabra hecha hombre. Y estallemos en cantos y en gritos de alegría, en adoración y en acción de gracias ahora que él se hará presente en los Santos Dones eucarísticos.

 

Última actualització: 6 enero 2021