Homilía del P. Valentí, monje de Montserrat (22 de agosto de 2021)
Josué 24:1-2.15-18 / Efesios 5:21-32 / Juan 6:60-69
Estimados hermanos y hermanas:
Todas las lecturas de este domingo nos hablan de Eucaristía, de libertad, de fidelidad, de confesión de fe y de alianza matrimonial.
La primera lectura que hoy nos ha sido proclamada es la Alianza de Siquén, bajo la montaña del Garizin, hoy el pueblo de Nablus. Josué, el ayudante y sucesor de Moisés, mantiene un diálogo con todas las tribus de Israel, con sus dirigentes, jueces, ancianos y magistrados. Él con su autoridad los exhorta a creer sólo en Dios y les pide que dejen los otros dioses que sus padres habían adorado cuando estaban en la región occidental del Éufrates y en Egipto. Josué sabe que desde el paso del Mar Rojo, el Pueblo de Israel es libre, por lo que los hace escoger; ¡No hay de ninguna manera un término medio!: “Él y su Familia han decidido adorar al Señor!”. La libertad, en primer lugar, los obliga a tener que escoger, a tener que elegir donde ponen su esperanza. Y el pueblo de Israel elige el Señor: “¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses!”. Hoy día queremos ser libres del todo, pero nos cuesta elegir, nos cuesta tomar decisiones firmes, contundentes, radicales y para siempre. Se nos hace muy difícil de entender que el camino de la vida y el camino Cristiano, implican una firmeza, un decidirse constantemente. Nos da miedo elegir una opción que significa eliminar otras, pero la vida es así y esto es avanzar. Desgraciadamente, la opción contraria, es quedarse en un estado de adolescencia permanente. O aquella persona nerviosa que busca en todo y para todo una fecha de caducidad, un código de barras de finitud.
En la segunda lectura, de la carta a los Cristianos de Éfeso, se nos habla del matrimonio, que es una opción libre, un compromiso, una alianza de Amor recíproca, y también, de sumisión mutua, de estimación y amor total de los dos esposos. Es siempre una libertad total, y no es auténtica libertad total si no va acompañada de la fidelidad y de la responsabilidad mutua. Si hay verdadero Amor, no hay ni primero ni segundo, hay solamente un Matrimonio, una Familia Cristiana, una escuela de Amor, una escuela de servicio. El apóstol San Pablo, llega a comparar a un “gran misterio” esta estimación total. “Cristo es la Cabeza y Salvador de la Iglesia, que es como su cuerpo”. Como una sola familia, y un solo Amor recíproco, del Cristo y su Iglesia.
El Evangelio que el Diácono nos ha proclamado, es el epílogo final del capítulo sexto de Juan, el Pan de Vida. Encontramos a Jesús en la ciudad de Cafarnaúm a la orilla del lago de Tiberíades en la región de Galilea. Jesús en medio de la multitud pide a todos sus seguidores, (Apóstoles, Hombres y Mujeres, Maestros de la Ley y Curiosos), su fidelidad total a Él. Pero sus Palabras, que son espíritu y son Pan de Vida, y que es Don del Padre el reconocer a Jesús como Señor, abocan a muchos discípulos a una situación de crisis, de abandono. Encuentran incomprensible su lenguaje de exigencia personal. Seguían al Maestro exteriormente, pero no habían llegado a admitirlo interiormente. Jesús muy consciente de la grave situación interroga a los mismos Apóstoles con una pregunta decisiva, trascendental y crucial: “¿También vosotros queréis marcharos?” Ahora toca a todos decidirnos, elegir, elegir con libertad, ¡se trata del todo o nada! Simón Pedro toma la Palabra en nombre de toda la Iglesia de ayer, hoy y siempre, y hace su sincera, humilde y confiada profesión de FE con Palabras del Pescador: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. Palabras simples que manifiestan una gran confesión de Fe. Ser seguidor de Jesús hoy, supone mantener firmemente los propios criterios ante la general incomprensión e incluso ante el desprecio activo social.
Hermanos y Hermanas. Las lecturas de hoy nos llevan y nos han preparado el camino hacia la Eucaristía, la gran acción de gracias que estamos celebrando. Participemos pues activamente de la Mesa del Pan de Vida que es comer su Cuerpo y beber su Sangre, prenda y esperanza, de vida eterna hacia la que todos tendemos. Que Jesús- Sacramentado sea nuestra fuerza, nuestra generosidad y nuestro Amor Liberador. Amén.
Última actualització: 22 agosto 2021