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Domingo III del tiempo ordinario (26 enero 2025)

Homilía del P. Emili Solano, monje de Montserrat (26 de enero de 2025)

Nehemías 8:1-4a.5-6.8-10 / 1 corintios 12:12-30 / Lucas 1:1-4; 4:14-21

Hermanos. En la Misa de hoy hemos leído el comienzo del Evangelio de San Lucas, donde el evangelista nos dice que ha decidido poner por escrito la vida de Cristo en una narración seguida, para que conozcamos la solidez de las enseñanzas que hemos recibido. Son palabras que dirige a un tal «Teófilo». Dado que este nombre -Teófilo- en griego significa «amigo de Dios», podemos vernos aludidos cada uno de nosotros, es decir, que cuando san Lucas está escribiendo, se está dirigiendo a cada creyente que se abre a Dios y quiere conocer el Evangelio. Por tanto, se dirige personalmente hoy a cada uno de nosotros.

El evangelista Lucas afirma claramente que no tiene la intención de escribir una novela, sino un libro de historia, basado en hechos ciertos. Quiere dar a sus lectores una total seguridad sobre el protagonista del libro que está a punto de escribir. No quiere inventar hechos, escenas o mensajes; quiere relatar tan sólo “los hechos ocurridos entre nosotros”, transmitidos “por los que primero fueron testigos oculares y después predicadores de la Palabra”. Para el evangelista, los hechos son los que inspiran las palabras; y, en consecuencia, los ministros de la Palabra se basan en los hechos. Con documentos en la mano, “después de comprobarlo todo exactamente desde el principio”, Lucas está en condiciones de escribir un relato “por su orden” sobre la historia de Jesús. Con rigor y honestidad, basándose en testigos oculares y creíbles, garantiza a sus lectores la “solidez de las enseñanzas” que hemos recibido.

Lucas tiene un claro proyecto catequético y misionero: su intención es fortalecer la fe en quienes ya creen y dar seguridad a quienes están buscando, a quienes se acercan y están en camino hacia Jesús, como personaje histórico y apoyo de la fe. Así pues, el Evangelio de Jesús se fundamenta en hechos ciertos, en los que no tienen cabida inventos humanos o creaciones mitológicas.

Con las explicaciones sobre el método de investigación, la intención del autor y la finalidad de la obra, Lucas ofrece una guía de lectura de su Evangelio y nos introduce en el programa de vida y en el mensaje de su protagonista, Jesús de Nazaret. En la sinagoga de su pueblecito de infancia y de juventud, Jesús, a los treinta años, estrena su misión pública, asumiendo en primera persona el programa profético de Isaías: también Jesús, “con la fuerza del Espíritu”, se siente “enviado para anunciar el Evangelio a los pobres”, a los cautivos la libertad y un año de gracia para todos. Éstas son las líneas programáticas de la misión de Jesús: más adelante, serán los milagros de curaciones, las parábolas de la misericordia, la acogida a los pecadores y a los excluidos… los cuales definen de manera concreta el rostro humano de un Dios que es misericordioso más allá de toda medida.

En nuestro tiempo dispersivo y distraído, este Evangelio nos invita a interrogarnos sobre nuestra capacidad de escucha. Antes de poder hablar de Dios y con Dios, hay que escucharle, y precisamente, la liturgia de la Iglesia es la escuela de esa escucha del Señor que viene a nosotros en el altar y que nos habla.

Que la Virgen María sea siempre nuestro modelo y nuestra guía para saber reconocer y acoger, cada día de nuestra vida, la presencia de Dios, nuestro Salvador y el de toda la humanidad.

Última actualització: 26 enero 2025