Homilía del P. Valentí Tenas, monjo de Montserrat (5 de noviembre de 2023)
Malaquías 1:14-2:2.8-10 / 1 Tesalonicenses 2:7-9.13 / Mateo 23:1-12
Estimados hermanos y hermanas:
La oración colecta que hemos escuchado nos da una clave para comprender mejor el Evangelio de este domingo; dice: “Dios omnipotente y lleno de misericordia, que concedes a tus fieles celebrar dignamente esta liturgia de alabanza; te pedimos que nos ayudes a caminar sin tropiezos hacia los bienes prometidos.”
Servir a Dios de manera digna y meritoria, con sencillez y caridad. Las lecturas de hoy nos dan una lección de realidad y humildad. San Mateo, con su seriedad nos invita a reflexionar, con mucha responsabilidad, sobre nuestra propia vida sobre nuestro comportamiento hacia nuestros Hermanos y Hermanas de comunidad. Subrayemos que es un texto de una dureza inusual que llega a causar extrañeza al oírlo de los labios del propio Jesús de Nazaret.
La intención real del Evangelista es que estas palabras fortísimas de Jesucristo sean profundamente recordadas y sirvan de norte a la nueva comunidad cristiana naciente, que cada domingo las escucha, las lee y las comenta en la celebración de la Eucaristía. Lugar, tiempo y momento en que vivimos la alegría y la fuerza del Espíritu Santo, que está presente en nuestro corazón.
El texto que hemos escuchado; (proclamado en las vísperas de la Pasión del Señor), se divide en dos grandes secciones. La primera, la negativa, lo que hacen Ellos, los Fariseos, y la positiva, lo que tenéis que hacer Vosotros (Nosotros hoy), los discípulos seguidores de Jesús el Cristo.
La doctrina rigorista de los fariseos y maestros de la Ley pedía una obediencia y fidelidad total a la Ley escrita de Moisés, una observancia literal y material, de prácticas externas y no se fijaban, desgraciadamente, en las internas. Todo cristiano será humilde servidor de los Hermanos y fiel discípulo de la nueva Ley de amor y simplicidad de las Bienaventuranzas de Jesús de Nazaret. Él es el único Maestro. Él es único Padre y Guía, que reprende a los fariseos porque no practican lo que predican, y porque lo que hacen, lo hacen para ser bien vistos y alabados por los demás. La soberbia, el orgullo es una gran trampa que nos lleva a hacer muchas veces el ridículo. La humildad digna y meritoria es un gran don de Dios que siempre debemos darle gracias. “Todo el que se enaltece será humillado, pero todo el que se humilla será ensalzado”.
Hoy se nos hace vivir, aquí y ahora, una lección de realidad palpable para todos aquellos que ejercen o ejercemos algún servicio dentro de la comunidad cristiana para que lo vivamos realmente como un ministerio solícito y no como un privilegio de honor dentro de escala social y clerical.
El Señor nos conoce a todos, y precisamente por eso, no quiere en modo alguno las apariencias exteriores de imagen, Él quiere la realidad, la simplicidad de una vida digna y meritoria, que aceptamos sinceramente su Palabra de vida que es la Buena Nueva del Evangelio en nuestro corazón Humano.
Ahora que estamos en tiempos de Sínodo, es el momento de revalorizar nuestro Sacerdocio Bautismal, que, por el agua, por la oración y por la santa unción del aceite del Crisma, todos los Bautizados somos Consagrados Sacerdotes, Profetas y Reyes para la vida eterna. Es el gran sacerdocio común de todo el Pueblo fiel en la Iglesia. Somos ministros oficiantes en nuestro ministerio particular y universal en toda la Iglesia Santa y Católica. Hoy más que nunca, debemos dar testimonio cristiano en nuestro día a día, procurando ser un buen ejemplo para todos dentro de una Sociedad desgraciadamente adversa, donde simplemente por llevar una pequeña Cruz, un Clergyman o una Sotana puedes ser denostado por la calle. O aquel futuro seminarista que la oposición más fuerte la encontró en su propia familia, y por no decir, finalmente, la agresiva y la negativa desinformación de los Mas-Media. *Hermanos y Hermanas. En estos tiempos de revisión y renovación de tantas cosas, oremos para que todos aquellos que tenemos y tienen en la Iglesia una pequeña o gran misión pastoral o un pequeño trabajo Parroquial, todos y todas, seamos con nuestra vida digna y meritoria, fieles testigos de lo que predicamos y somos… ¡Y perdona! por favor! nuestros grandes defectos y carencias, porque todos somos humanos, mortales y pecadores… Amén.
“¡Dichosos los humildes de corazón, porque ellos poseerán la tierra”!
Última actualització: 12 noviembre 2023