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Domingo XIII del tiempo ordinario (2 de julio de 2023)

Homilía del P. Valentí Tenas, monje de Montserrat (2 de julio de 2023)

2 Reyes 4:4-11.14-16a / Romanos 6:3-4.8-11 / Mateo 10:37-42

 

Estimados Hermanos y Hermanas:

El monje profesor de Sagrada Escritura de Montserrat, nos remarcaba siempre el controlar, mirar y subrayar las palabras que se repetían en un texto Bíblico y así distinguir sus diferentes significados, los protagonistas, y sus bloques, para estudiarlos en su estructura y en un sentido general de toda la obra del autor Bíblico.

Personalmente, el Evangelio de hoy es relativamente fácil porque tenemos dos palabras claves repetitivas, la primera: “El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí… la Familia, los hijos…el que no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí. Y la segunda: “el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo… o El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca… no perderá su recompensa”. Vocación, de tomar la Cruz, de ser cristiano firme, aquí y hoy. Acogida de todo corazón a los demás, sin distinción, ni condición. Un pequeño gesto de amor vale como un gran tesoro. “Los pequeños cambios que son muy poderosos“.

Nuestro Padre san Benito, en el capítulo 53, de su Regla, nos dice a los monjes Benedictinos: “Que se muestre la máxima solicitud en la acogida de los pobres y de los peregrinos, porque es en ellos que se acoge más Cristo”. Jesús pone en práctica los dos mandamientos más grandes de la Ley de Moisés: “Amar al Señor, a tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma. Y amar al prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:34-40).

Seguir a Cristo es una cosa muy exigente, y hoy en día es muy difícil seguirle, con una sociedad en contra, a la que se adora, desgraciadamente: El tener, el dinero, el físico y el currículum vitae. Pero nosotros necesitamos quererle a Él más que nadie, más que tus familiares, más que la propia Vida, más que nuestras pequeñas seguridades personales.

Los discípulos son enviados a llevar la Buena Nueva y todos debemos acogerlos con mayor caridad, con más amor, porque un vaso de agua no quedará nunca sin una recompensa justa del Maestro y Señor Nuestro Jesucristo.

Todos tenemos grandes preocupaciones y problemas, personales, familiares, monetarios y domésticos. ¡Todos llevamos una Cruz, grande o pequeña! Pero la llevamos con una gran diferencia, porque ahora Jesús, con su mano derecha nos sostiene el palo travesaño, Él, es nuestro José de Arimatea personal, que nos dice: “Estoy aquí, contigo, ahora y siempre, el tu lado, discípulo mío, hoy, más que nunca, estoy aquí presente, seas quien seas”.

Jesús nos invita a seguirle, con nuestra pequeña Cruz, en el día a día de la Vida Humana Terrenal y Mortal. Y ser discípulo Suyo, quiere decir, sencillamente dos simples palabras: “Radicalidad y Confianza”. Estar dispuesto a darlo todo, y así encontrarlo todo, con la ilusión del niño pequeño que espera con ansia un regalo deseado. Los cristianos no podemos aislarnos de las necesidades consumistas de quienes nos rodean, sin embargo, es necesario estar abiertos a compartir y acoger. Quien ama de verdad a los suyos, sabe respetar y amar a la sociedad que nos pide a gritos, más amor, más paz y más justicia en toda la tierra. El cerrarse en uno mismo, el aislamiento y el pasotismo en general, son formas desgraciadas de anti testimonio cristiano en la sociedad actual.

Acoger, cualquiera, “por pequeño que sea”, reconociendo con Él a Cristo que en la pequeñez está la suprema grandeza.

Dar un pequeño vaso de agua fresca, puede parecer, nada de nada, a los ojos humanos, y parecer un gran tesoro los Ojos de Dios que es Amor total.

Para ser discípulo de Jesús no se requiere ninguna aptitud personal y especial, ningún Máster, ningún Doctorado, sólo hace falta corresponder con más humildad, más perdón y sobre todo con más aprecio unos a otros. Llevar tu pequeña Cruz al cuello.

Como dice San Ignacio de Loyola, gran peregrino de nuestro Santuario de Montserrat: “Confiar… y en todo servir y amar”.

En todo amar y acoger más, y en todo servir más a los demás. Palabras repetitivas que hoy nos traen el núcleo más profundo de todo el mensaje cristiano.

 

Última actualització: 2 julio 2023