Impresiona lo que hoy nos dice la carta a los Hebreos: «Nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas». Ser conscientes de ello, incluso puede suscitar en nosotros un cierto sentimiento paranoico en el que se mezclan la desconfianza de sentirte vigilado para ver cuando te cazan en un inconveniente, el miedo, el recelo, etc… Pero mira qué dice más abajo: «No tenemos un sumo sacerdote (Jesús) incapaz de compadecerse de nuestras debilidades».
Señor, soy débil por naturaleza, pero confío en tu capacidad de compadecerte de nosotros.