Pablo es muy claro cuando dice: «el hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu». ¿Cómo podríamos distinguir entre los criterios estrictamente humanos, y los del Espíritu?
Señor, que sea limpio de corazón, y tenga la sabiduría del Espíritu.