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500 años de la llegada de San Ignacio a Montserrat

La madrugada del 25 de marzo se cumplieron 500 años de la salida de San Ignacio de Loyola de Montserrat, donde vivió el proceso de conversión, en dirección a Manresa. Había llegado tres días antes y acabó haciendo una confesión general, por escrito, y por esta razón se confiesa con un monje, que se sabe que fue el P. Joan Chanon.

500 años de la llegada de San Ignacio a Montserrat

El 25 de marzo de 1522 salió de Montserrat rumbo a Manresa, una vez vivido su proceso de conversión

La figura de la Virgen se sitúa en el centro de la conversión de Ignacio de Loyola. Él le traslada a María la simbología de la vigilia de armas que los caballeros hacían a la mujer por que querían consagrar su vida. La mística caballeresca recibe aquí un cambio radical de significado, con consecuencias prácticas evidentes.

Según dicen muchos testimonios antiguos, san Ignacio habría hecho una o más estancias en Montserrat -probablemente volviendo desde Manresa- en una cueva de la montaña para hacer oración y penitencia, para encontrarse con el P. Joan Chanon y para recibir los Ejercicios Espirituales del P. Abad Garcias de Cisneros, que había muerto pocos años antes de la visita de Ignacio. La crítica interna de los Ejercicios espirituales de san Ignacio muestra la influencia recibida del Compendio breve del Ejercitatorio de la vida espiritual del abad Garcías.

Montserrat fue muy importante en la vida del Santo, como explica el P. Ignasi M. Fossas, monje de Montserrat: «Montserrat es importante en la vida de San Ignacio por tres motivos, principalmente. Es en este lugar donde formaliza y exterioriza su conversión, su deseo de iniciar una vida nueva. También porque en Montserrat san Ignacio es iniciado en la corriente espiritual de la devotio moderna, una introducción a la vida de oración para los fieles. Y porque una de las prácticas de esta corriente espiritual era la confesión general, que él mismo experimentó, y para la que recibió la gracia del perdón, el don de la misericordia y la fuerza del Espíritu Santo para comenzar esta nueva vida».

Con todo ello, se podría pensar que algunas decisiones importantes para la vida de San Ignacio, como por ejemplo no ir inmediatamente a Tierra Santa o bien desviar su itinerario hacia Manresa, en vez de ir directamente a Barcelona, fueron concebidas y maduradas en Montserrat.