La acción de Pedro, después de la experiencia pascual, sorprende a muchos; hoy, después de haber curado a un inválido en nombre de Jesús resucitado, sitúa su acción, ante los que le admiraban por lo que había hecho, en su verdadera significación. El texto, ya nos avisa de que lo que dice porque está «lleno de Espíritu Santo», recalca el final: «no hay salvación en ningún otro; pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos». Cuando realizamos algo que “salva” a alguien, ¿tenemos muy presente que lo hacemos en nombre de Jesucristo?
Señor, que no me olvide de que soy un instrumento tuyo, inspirado por el Espíritu Santo.