Josué pregunta al pueblo si quiere seguir al Señor o ir detrás de los otros dioses. El pueblo que quiere ser fiel promete seguir al Señor. Nosotros también queremos seguir al Señor, pero, a veces, nos dejamos llevar por el entorno, no es entonces el Señor quien preside o motiva nuestros actos, sino otras cosas más banales (unos dioses pequeños, insignificantes, que llenan nuestra vida) como el éxito personal, el afán o el deseo de poseer, etc. Puede ser como una gota de aceite que poco a poco ensucia el vestido de nuestra vida.
Señor, ahora lo veo, me he manchado el traje de mi vida; ¿Qué tengo que hacer para volver a estar todo limpio en tu presencia?