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Espiritualidad benedictina

La comunidad de monjes
El objetivo principal de la comunidad benedictina de Montserrat es continuar haciendo de la montaña, del Monasterio y del Santuario un lugar de encuentro y de plegaria.
La comunidad actual de Montserrat está formada por unos setenta monjes. Como en todos los monasterios benedictinos, los monjes de Montserrat dedican su vida a la plegaria, a la acogida y al trabajo. La vida en un monasterio sigue un ritmo pautado, que compagina la plegaria y el trabajo siguiendo el lema Benedictino, Ora et Labora. El reloj es un instrumento útil para el monje, porque en Montserrat, aprovechar el tiempo es vital.
La vida monástica
Siguiendo el espíritu contenido en la Regla de San Benet, los monjes buscan vivir la alabanza y la intercesión en un silencio adorando para poder servir mejor a los hombres y mujeres de todas partes desde la profundidad que da la experiencia de las cosas de Dios y el conocimiento de los anhelos de la persona humana.
El monaquismo benedictino es eminentemente comunitario y así el monje acontece hermano entre hermanos que le ayuden en su adelantar fraterno según lo describe el Evangelio de Jesucristo.
Cor superior
Una comunidad de plegaria
Los monjes han procurado siempre hermanar la soledad y la acogida, dos elementos aparentemente excluyentes pero que en el fondo no lo son. La tensión entre los dos ha sido fecunda a lo largo del tiempo, tanto para los propios monjes como para la Iglesia y la sociedad. La historia secular del cenobio montserratino es una prueba elocuente de ello. La soledad posibilita el encuentro con uno mismo a la luz de la Palabra de Dios; así se va progresando hacia la autoaceptación, la paz, la unificación interior y, sobre todo, en la búsqueda apasionada de Dios a través de la liturgia y de la plegaria privada.
La liturgia marca el ritmo diario de la jornada monástica; con ella empieza el día y con ella acaba.
Cinco veces al día los monjes se reúnen comunitariamente para celebrar el Oficio Divino o Liturgia de las Horas; además de la celebración de la Eucaristía que es el acto central de la jornada en el Monasterio y en el Santuario. Son muy numerosos los peregrinos que participan en la liturgia de los monjes, particularmente en la Eucaristía y en las horas principales del Oficio Divino.
Los monjes tienen, también diariamente, un tiempo destinado a la plegaria individual y a la lectura de la Palabra de Dios o de otros autores espirituales. No obstante, el ideal marcado tanto por el Nuevo Testamento como por la Regla Benedictina, es la tendencia a la plegaria -al recuerdo de Dios- lo más continuada posible.
Una comunidad de acogida
La experiencia humana y de fe que viven los monjes no es en absoluto ajena a la experiencia fundamental que vive toda persona, porque en última instancia se sitúa dentro de la misma problemática que vive cada hombre y cada mujer: el cariño, la soledad, la integración personal, la curación de las heridas del corazón, la paz interior, el uso de la libertad, la interrelación personal, la solidaridad, el trabajo, la utilización de los bienes materiales… y, a veces, el cansancio y hasta la oscuridad de la fe.
La vida de fe lleva al monje a descubrir en el otro, sea quien sea, una presencia de Cristo y a acogerlo en un diálogo sincero y amistoso, a sentirse solidario con todo el mundo.
Una comunidad de trabajo
La apertura a la solidaridad y a la comunión se concreta en diversas actividades pastorales: servicios en la basílica, recepción de grupos, retiros y conferencias, atención a la hospedería. Además de estas labores pastorales, el trabajo monástico comporta los servicios humildes necesarios para el buen funcionamiento de la vida del Monasterio y del Santuario y algún trabajo artesanal; además, hay monjes que llevan a cabo trabajos de investigación científica en diversos campos: historia, teología, traducciones y estudios bíblicos, liturgia, filosofía, etc.
El Monasterio tiene un notable servicio de publicaciones que edita numerosos libros y revistas científicas o de divulgación, tanto en el campo específicamente religioso como en el cultural.
Una comunidad de espíritu
Montserrat, montaña, santuario, monasterio, es, a través de todas las determinaciones materiales y concretas, una comunidad de espíritu abierta a todos los horizontes en un encuentro de fraternidad y de esperanza.