Hoy, día 20 de diciembre, celebramos la festividad de: san Domingo de Silos, abad; san Filogonio de Antioquía, obispo; y del patriarca Benjamín del Antiguo Testamento.
San Domingo de Silos, abad
Nació hacia el año 1000 en La Rioja en una familia humilde, y de pequeño fue pastor. Ingresó en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla, pero tuvo que exiliarse cuando el rey de Navarra quiso apoderarse de los bienes del monasterio. Tras pasar un tiempo como ermitaño exiliado de Castilla, el rey Fernando I de Castilla le confió el monasterio de Silos, cerca de Burgos, que él restauró y en el cual recuperó la vida monástica, al mismo tiempo que dedicaba su cuidado a los cristianos cautivos de los musulmanes. Murió el 20 de diciembre de 1073; pronto se le rindió veneración y su tumba en Silos se convirtió en lugar de peregrinación. El monasterio de Silos se convertiría más tarde en uno de los símbolos del monaquismo hispánico, especialmente reconocido por su canto gregoriano.
San Filogonio de Antioquía, obispo
Este abogado sirio del siglo IV, gran orador, fue estimado por su justicia y equidad. Fue elegido obispo de Antioquía hacia 314 y combatió el arrianismo, que negaba la divinidad de Jesús. Murió en Antioquía hacia el año 324.
San Benjamín, patriarca del Antiguo Testamento
Tal como narra el libro del Génesis, fue el duodécimo y último hijo de Jacob, cuyo nacimiento provocó la muerte de su madre Raquel. Su padre le cambió el nombre inicial, Benoni “hijo de mi dolor”, por Benjamín, “hijo de la diestra”, es decir, “hijo predilecto”. Cuando, debido a la hambruna, los hermanos deben ir a Egipto a comprar alimentos, Benjamín es el catalizador para que su hermano José (que años antes había sido vendido como esclavo y ha llegado a ser gobernador) pueda comprobar la transformación de sus hermanos y así reconciliar a la familia.
Como nombre común, designa genéricamente al hijo menor de una gran familia. Sus descendientes formaron la tribu de Benjamín, que dio a la historia grandes personajes como el rey Saúl o el apóstol san Pablo. En la Iglesia Bizantina se le venera el segundo domingo antes de Navidad.

