Hoy, día 19 de diciembre, celebramos la festividad de: san Nemesio, mártir; de santa Eva; y de santa Susana.
San Nemesio, mártir
Según algunas fuentes hagiográficas, este era un soldado romano originario de Alejandría, Egipto. Denunciado como cristiano durante las persecuciones de Decio a mediados del siglo III, fue condenado a muerte. Como se mantuvo firme en la fe, se decidió darle un castigo especialmente severo: lo condenaron a ser quemado vivo, el mismo tipo de muerte reservado a los criminales más graves. Nuestro santo no se amedrentó y cantó salmos hasta el final, dando ejemplo de paciencia y coraje.
Santa Eva, la primera mujer
Hoy, en algunas liturgias orientales, se recuerda a la primera mujer creada por Dios, Eva (la que da vida), madre de todos los vivientes y origen común de los seres creados. Fue formada por Dios a partir de una costilla de Adán, el primer hombre, un gesto simbólico que indica la igualdad en dignidad y una profunda relación de reciprocidad entre hombre y mujer.
Ambos vivieron en el Jardín del Edén, un espacio de comunión perfecta con Dios y de armonía con la naturaleza. Dios les concedió libertad y responsabilidad: podían comer de todos los árboles salvo del “árbol del conocimiento del bien y del mal”. Igualmente, nos recuerda la infidelidad al camino indicado por Dios: tentada por la serpiente (interpretada tradicionalmente como el maligno), que la convenció de comer del fruto prohibido, también dio de comer a Adán. Este hecho provocó la caída del hombre (con la expulsión del paraíso y la introducción del pecado, del trabajo duro, del dolor y de la muerte en el mundo, que nos marca desde el principio), pero también la promesa de la salvación de Dios, realizada en Jesucristo.
Santa Susana, del Antiguo Testamento
El libro bíblico de Daniel, en su apéndice griego, presenta la historia de santa Susana, una joven casada, a la cual dos notables ancianos judíos amenazaron con acusarla de adulterio si no cedía a sus pretensiones libidinosas, a pesar de que le iba la vida. La joven no accedió y los dos acosadores la llevaron a juicio con su falso testimonio, donde la condenaron a muerte. Allí, Daniel demostró la mentira y maldad de los acusadores, y la inocencia de la joven. El relato subraya la justicia divina, la importancia de la verdad y el valor de mantenerse recto pese a la presión.

