Hoy, día 6 de diciembre, celebramos la festividad de:
San Nicolás de Bari, obispo de Mira
Nuestro santo de hoy es uno de los más populares a lo largo de toda la historia de la cristiandad. Su devoción, originada en Oriente, al llegar al centro y norte de Europa adquirió características particulares que lo convirtieron en el conocido Santa Claus.
Se sabe que nació al oeste de la actual Turquía, en la región de Licia, hacia el año 270. Hombre piadoso y caritativo, fue elegido obispo de Mira, localidad cercana a su ciudad natal, donde ejerció con total dedicación su ministerio hasta su muerte hacia el año 345.
Como obispo, la tradición le atribuye numerosos milagros y buenas acciones. Hay indicios que sugieren que fue víctima de la persecución del emperador Diocleciano, aunque no fue ejecutado. Aun así, estuvo encarcelado hasta que Constantino publicó el Edicto de Milán en el año 313, documento que permitía la libertad religiosa en todo el Imperio. Sus restos reposaron en Mira, donde fue muy venerado. En 1087, sus reliquias fueron trasladadas a Bari, en el sur de Italia, para que no cayeran en manos de los musulmanes, lo que incrementó su popularidad como santo milagroso, generoso y protector de los niños.
Una de las leyendas más conocidas cuenta que un vecino suyo, arruinado, pensaba prostituir a sus tres hijas. Nicolás, antes de ser obispo, de noche y a escondidas, lanzó por la ventana del vecino una bolsa de oro que permitió pagar la dote de la hija mayor y casarla. Hizo lo mismo con la segunda hija. Cuando llegó el turno de la tercera, el padre vigiló y sorprendió al santo, quien le pidió que no lo contara a nadie, porque el honor pertenece solo a Dios y la limosna debe hacerse con discreción.
Otra leyenda relata que tres jóvenes estudiantes pidieron alojamiento a un posadero, quien, movido por la codicia, los asesinó, los descuartizó y los metió en un recipiente con salmuera. Tiempo después, san Nicolás pasó por allí, hizo la señal de la cruz sobre el recipiente y oró, resucitando a los tres jóvenes sanos y salvos. Por ello, el obispo es venerado como protector de los niños. Desde tiempos inmemoriales, la Escolanía de Montserrat tiene como patrón a san Nicolás de Bari, celebrando su fiesta de manera muy especial.
En los Países Bajos y territorios germánicos, la fiesta invernal de san Nicolás (“Sint Nikolaas” y después “Sinterklaas”) protege a los más jóvenes, dando origen a la tradición infantil de esperar regalos. La víspera de la fiesta, los niños dejan zapatos o calcetines, confiados en que al día siguiente los encontrarán llenos de dulces y obsequios. Los emigrantes neerlandeses llevaron la tradición de Sinterklaas a Nueva York en el siglo XVII, y su figura se transformó en el siglo XIX en el Santa Claus que conocemos hoy.

