Hoy, Domingo I de Adviento, es el comienzo del tiempo de Adviento, en el que la Iglesia, al esperar el retorno del Señor, revive la esperanza de los profetas y de los justos, para prepararse a acoger con María la gracia del primer Navidad. También celebramos la festividad de:
San Andrés, apóstol
Andrés, uno de los doce apóstoles, hijo de Jonás, hermano de Simón Pedro y pescador como él en Betsaida, fue el primero de los futuros apóstoles en reconocer a Jesús a la orilla del Jordán. Es el primer discípulo a quien Jesús llamó (protoklitos), y fue él quien llevó a Pedro a Jesús: “Hemos encontrado al Mesías”. Aparece varias veces en los evangelios como intermediario.
Lo primero que impresiona de Andrés es su nombre: no es hebreo, como cabría esperar, sino griego, signo indicativo de cierta apertura cultural de su familia. Lo encontramos en Galilea, donde el idioma y la cultura griega estaban bastante presentes. Según antiguas tradiciones, había predicado en Asia Menor, en Escitia y en Grecia. En todo caso, sin duda, gozaba de gran prestigio dentro de las primeras comunidades cristianas.
Según la tradición, habría sido crucificado en Patras, después de haber predicado el evangelio en Grecia. Más tarde surgió la leyenda de que fue crucificado atado a una cruz en forma de aspa, X (la cruz de san Andrés), porque pidió no ser crucificado de la misma manera que Jesús, atado y no clavado, para prolongar el sufrimiento y porque evoca la inicial griega del nombre de Cristo, y así fue representado a partir de los siglos X y XI.
Es patrón de Escocia, de Rusia, de Ucrania y de Rumanía. También es invocado como protector de los pescadores.