Hoy, día 6 de noviembre, celebramos la festividad de san Severo, obispo y mártir; y la de san Leonardo de Noblac o de Limoges, religioso.
San Severo, obispo y mártir
Fue un obispo de Barcelona muy venerado en la Edad Media, aunque históricamente se sabe muy poco de él. Según el catálogo de obispos barceloneses, fue obispo entre los años 613 y 636, pero, dado que se le considera mártir, habría que situarlo algunos años antes, en tiempos de las luchas arrianas. En Sant Cugat del Vallès y posteriormente en la catedral de Barcelona —hasta que desaparecieron en el siglo XIX— se veneraban las reliquias de un obispo barcelonés que habría muerto en el año 633. San Severo es el patrón secundario de la archidiócesis de Barcelona.
Una leyenda poco creíble, sin embargo, lo presenta como un mártir del tiempo de las persecuciones de Diocleciano (año 304). San Severo, huyendo de Barcelona, se encontró con el campesino san Medir, que sembraba habas. Siguiendo su camino, el obispo le dijo al campesino que dijera siempre la verdad y, en señal de agradecimiento, golpeó una roca con los flecos de su hábito, de donde brotó abundante agua: esta es la fuente de san Severo. Los soldados que lo perseguían encontraron a san Medir descansando junto a las habas que había plantado y que, milagrosamente, habían crecido y florecido ese mismo día. Al preguntarle por el obispo, contestó que lo había visto mientras plantaba las habas. Pensando los soldados que se burlaba de ellos, lo detuvieron y cerca de allí capturaron también a san Severo. Al llevarlos a Sant Cugat del Vallès, a san Severo le atravesaron la cabeza con un clavo larguísimo, mientras que a san Medir lo mataron a espada.
San Leonardo de Noblac o de Limoges
Nació en la Galia hacia el año 500. Según la tradición, cuando san Remigio, obispo de Reims, convirtió al cristianismo al rey merovingio Clodoveo I, toda la corte siguió su ejemplo. Entre los bautizados se encontraba san Leonardo y todos sus parientes. El joven aristócrata obtuvo del rey el permiso para liberar a todos los presos que considerase dignos de recuperar la libertad, por lo que recorrió la Galia liberando a numerosos prisioneros y ganándose el fervor del pueblo. Como muestra de agradecimiento, los monarcas le dieron unas tierras en el lugar de Noblac, cerca de Limoges, donde construyó una abadía. Murió hacia el año 559, y su culto se difundió por la Europa occidental a finales de la Edad Media.

