Hoy, día 13 de octubre, celebramos la festividad de san Teófilo, obispo; y de san Gerardo o Geraud de Aurillac, laico.
San Teófilo, obispo
Originario de Mesopotamia, en el año 169 se convirtió en el sexto obispo de Antioquía después de san Pedro. Era un pagano que abrazó la fe en Jesucristo gracias al ejemplo de los creyentes y al estudio de las Escrituras. Fue uno de los mejores apologistas de los primeros siglos, escribiendo diversos libros para combatir los errores y herejías de su época.
“La forma de Dios es inefable e inexplicable: no puede ser vista con ojos carnales. Por su gloria, es incomprensible; por su grandeza, inalcanzable; por su sublimidad, impensable; por su poder, incomparable; por su sabiduría, inigualable; por su bondad, inimitable; por su benevolencia, inenarrable. En efecto, lo llamo Luz, cuando hablo de su criatura; si lo llamo Palabra, aludo a su principio (…); si lo llamo Juez, lo llamo Justo; si lo llamo Padre, lo digo todo.”
San Gerardo, Geraud o Gerald de Aurillac, laico
Nacido hacia el año 855, era hijo de un conde. En sus dominios de Aurillac, cerca del Macizo Central francés, fundó un monasterio benedictino que se situaba en la línea de lo que, poco después, sería el movimiento reformador de Cluny. Realizó numerosas peregrinaciones, especialmente a Roma, y aunque permaneció como laico, llevó una vida cada vez más monástica hasta su muerte en el año 909.
Gerardo se convirtió en modelo del uso cristiano del poder y de las riquezas.