Hoy, día 12 de octubre, celebramos la festividad de Nuestra Señora del Pilar, de Nuestra Señora de Aparecida y de san Serafín de Montegranaro, religioso.
Nuestra Señora del Pilar
Según una piadosa tradición, la Virgen María se apareció en Zaragoza, a orillas del río Ebro, sobre una columna o pilar, al apóstol Santiago, para confortarlo en su labor evangelizadora. Esta tradición nace a partir de la iglesia que, con el nombre de Santa María la Mayor, existía junto al Ebro desde tiempos muy antiguos (al menos desde la época de los obispos Braulio y Tajón, en el siglo VII). La leyenda sitúa el origen del santuario del Pilar en los mismos inicios del cristianismo.
Sin embargo, es a partir de la época moderna cuando el Pilar se convierte en el principal santuario mariano de la península ibérica, y en símbolo de la presencia amorosa de María, siempre cercana al pueblo cristiano. En el lugar de aquella antigua iglesia se alza actualmente el gran santuario de Nuestra Señora del Pilar, centro permanente de fe y devoción. La imagen actual, de madera y 36 cm de altura, es una talla gótica de la primera mitad del siglo XV, situada sobre un pilar de jaspe de 1,70 m de altura y 24 cm de diámetro. La devoción pilarista sostiene que el pilar nunca ha cambiado de emplazamiento.
Nuestra Señora de Aparecida
Octubre es tradicionalmente el mes dedicado a la Virgen María, ya que se celebra la Virgen del Rosario. Según cuenta la tradición, en el año 1717 tres pescadores del río Paraíba encontraron en sus redes una imagen de terracota de la Virgen de la Concepción, que colocaron en un pequeño altar. Con el tiempo, fue creciendo la devoción popular, hasta que en 1930 Nuestra Señora de Aparecida fue proclamada patrona de Brasil.
San Serafín de Montegranaro, religioso capuchino
Félix de Nicola nació en Montegranaro, Italia, en el año 1540. Hijo de una familia muy humilde, tras la muerte de sus padres, su hermano mayor lo sometió a maltratos. En su adolescencia trabajaba como pastor, y en la soledad de las montañas encontraba mucho tiempo para la meditación y la oración. A los 17 años ingresó como novicio en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, donde recibió el nombre de Serafín.
Aunque analfabeto, sus consejos eran buscados tanto por eclesiásticos como por laicos, y fue una fuente constante de virtudes para las almas. Se distinguió por su sencillez afectiva, su espíritu de mortificación y obediencia, así como por su caridad hacia los pobres, con una devoción especial a la Santa Eucaristía y a la Virgen María. Murió el 12 de octubre de 1604 en Ascoli y fue canonizado en 1767.