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30 de septiembre de 2025 San Jerónimo y santa Sofía

Hoy, día 30 de septiembre, celebramos: la festividad de san Jerónimo, presbítero y doctor, y la de santa Sofía, viuda y mártir.

San Jerónimo, presbítero y doctor

Es uno de los santos más influyentes de los primeros siglos del cristianismo. Escritor, padre de la Iglesia y doctor, nació en Dalmacia hacia el año 342, en una familia cristiana que le proporcionó una formación esmerada, enviándolo también a Roma para perfeccionar sus estudios.

El ideal monástico y el amor a la Sagrada Escritura vertebran la vida de este erudito cristiano, infatigable director espiritual y polemista. Después de recibir el bautismo, hacia el año 366, se orientó hacia la vida ascética y, al irse a vivir a Aquilea, se reunió alrededor del obispo Valerio. Más tarde marchó a Oriente y vivió como ermitaño en el desierto de Calcis, dedicándose al estudio. Perfeccionó el griego y estudió hebreo, transcribió códices y obras patrísticas. Entró en contacto con representantes de varias escuelas teológicas. Ordenado presbítero en Antioquía, residió algunos años en Constantinopla.

Cuando regresó a Roma en el 382, ya tenía un importante bagaje cultural, y fue nombrado secretario del papa Dámaso I, quien le encargó la traducción al latín de toda la Biblia. Esta versión es conocida tradicionalmente como la Vulgata, y se convirtió en la traducción bíblica de referencia para la cristiandad occidental. San Jerónimo también escribió otras obras importantes de carácter histórico, doctrinal y literario, además de ser autor de una abundante correspondencia.

Después de la muerte del papa Dámaso, Jerónimo dejó Roma en el 385, e inició una peregrinación a Tierra Santa y Egipto. En el 386 se detuvo en Belén, donde, gracias a la generosidad, fundó dos monasterios. Allí vivió una vida mucho más austera y ascética, dedicado a traducir y comentar la Biblia, a la predicación y a la dirección espiritual, hasta su muerte el 30 de septiembre del 420.

Santa Sofía, viuda y mártir

Su nombre significa sabiduría. Según cuenta la leyenda, fue una cristiana del siglo II que, al quedar viuda, distribuyó sus bienes entre los pobres, ayudada por sus hijas: Fe, Esperanza y Caridad. Acusada de predicar la fe entre las matronas romanas durante las persecuciones del emperador Adriano, sufrió martirio junto con sus hijas, a quienes el martirologio romano recuerda con fecha del primero de agosto.

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