Hoy, día 12 de septiembre, celebramos la festividad del Nombre de María; las advocaciones de Dulce, Estíbaliz y la Virgen de Lluc; la de san Guido de Anderlecht, laico; y la de san Autónomo, mártir.
La fiesta de hoy en honor a María Dulce nació como acción de gracias por la victoria sobre los turcos en los sitios de Viena en 1683. Pero más allá de este origen histórico, hoy recordamos el Nombre de María, aquella que trajo al Salvador al mundo, un nombre que el pueblo cristiano ha invocado siempre con fe y devoción.
En el corazón de la sierra de Tramontana, que protege Mallorca de los vientos del norte, se alza el santuario de Nuestra Señora de Lluc, patrona de la isla. El origen del actual santuario se encuentra en el providencial hallazgo de la venerada imagen. La talla que actualmente se venera data del siglo XIII, está hecha en piedra y goza de gran devoción desde pocos años después de la conquista de la isla por el rey Jaime I. En 1884, se promulgó el breve de coronación pontificia de la Virgen de Lluc, solicitado durante siglos. Como es sabido, la primera imagen coronada en el Estado fue la de Montserrat, tres años antes.
Guido nació hacia el año 950 en Anderlecht, Bélgica. Era un campesino de condición humilde con un profundo sentido religioso. Consideraba su pobreza como una prueba de Dios y una llamada a servir a los demás, por lo que comenzó a cuidar de los pobres y enfermos. Tras varias vicisitudes, viajó a Roma y Jerusalén, donde se dedicó a acompañar peregrinos. Finalmente, regresó a su ciudad natal. Tras su muerte, en el año 1012, su tumba se convirtió en lugar de peregrinación y escenario de varios milagros.
San Autónomo vivió en el siglo IV y fue asesinado en el altar por paganos, celosos de las numerosas conversiones que realizaba.