Hoy, día 25 de agosto, celebramos la festividad de: san José de Calasanz, presbítero; de san Luis de Francia, rey; de san Genaro, mártir; y de santa Patricia, virgen y mártir.
San José de Calasanz, presbítero
Nacido en 1577 en Peralta de la Sal, en la Franja de Poniente, fue ordenado sacerdote y ejerció diversas responsabilidades de confianza como participar en las Cortes de Monzón, la visita a Montserrat, etc., hasta que llegó a ser vicario general de su diócesis de Urgell.
Competente y trabajador, marchó a Roma con ganas de hacer carrera eclesiástica. Conocedor de la situación miserable de los niños del barrio del Trastévere, estableció allí la primera escuela gratuita y abierta a todos, con su implicación personal. A la oferta de un cargo respondió: “He encontrado en Roma una mejor manera de servir a Dios, ayudando a estos pobres muchachos; no lo dejaré por nada del mundo”. Consagró el resto de su vida a la fundación y consolidación de la Orden religiosa de la Escuela Pía o escolapios, lo que le valió calumnias y numerosas y graves incomprensiones. Los escolapios tienen un cuarto voto añadido a los tres habituales: el de educar a los jóvenes como misión primaria.
Se durmió en la paz de Cristo el 25 de agosto de 1648. Fue canonizado en 1767. En 1948 fue proclamado por el papa “Patrón universal de todas las escuelas cristianas populares del mundo”.
San Luis IX, rey de Francia
Nacido en 1214, fue educado con sólidas convicciones cristianas por su madre Blanca de Castilla. El más santo de los reyes, no se dejó corromper por nadie y realizó una gran obra de pacificación, consciente de su responsabilidad. La memoria popular conserva del rey la imagen de un soberano que acostumbraba a impartir justicia bajo un viejo roble cerca de su castillo en Vincennes. Hombre de su tiempo, su ideal religioso le llevó a promover una cruzada, que fracasó, pero no se desanimó ni dejó de alternar sus deberes de monarca con las obligaciones familiares y las obras de caridad.
Murió en Túnez, víctima de la peste, el 25 de agosto de 1270. Fue elevado a los altares en 1297, siendo uno de los primeros laicos canonizados. Iconográficamente se le representa con la cruz y el cíngulo de los terciarios franciscanos, de los que es patrón.
San Genaro, mártir
Era un funcionario imperial de la ciudad de Arlés, en la Provenza, y era catecúmeno, es decir, que se preparaba para el bautismo, cuando en el año 303 el emperador Diocleciano promulgó su primer edicto de persecución contra los cristianos. Genaro se negó a tomar nota de los juicios contra los cristianos, como era su obligación, y huyó. Durante su huida fue sorprendido por los perseguidores cerca del río Ródano, fue capturado y ejecutado.
Es interesante y significativa la última anotación biográfica sobre él: “así recibió el bautismo por su propia sangre”. La Iglesia considera el martirio de un creyente en Jesucristo que da la vida por fidelidad a la fe como un bautismo de sangre, equivalente al mismo bautismo sacramental. Ya el poeta hispano Prudencio, hacia el año 400, saludaba a Arlés como el hogar de san Genaro.
Santa Patricia de Constantinopla, virgen y mártir
Era nieta del emperador Constantino el Grande, nació y fue educada en Constantinopla. Habiendo hecho voto de castidad, se vio obligada a huir de su patria para no contraer matrimonio al que quería obligarla el emperador, su padre. Fue a Roma, donde recibió el velo de manos del papa Liberio, consagrándose desde entonces al servicio de la Iglesia. Quiso peregrinar a Jerusalén, pero un golpe de viento hizo encallar su barco en la costa de Nápoles y allí permaneció el resto de su vida, llevando a cabo una gran labor apostólica. Murió mártir en las persecuciones del Imperio romano y desde 1625 es patrona de Nápoles.