Hoy, día 13 de agosto, celebramos la festividad de: santos mártires Ponciano, papa, e Hipólito, presbítero; de san Juan Berchmans, religioso; san Máximo, el Confesor; la reina santa Radegunda; y la de los beatos Felipe de Jesús Munárriz y compañeros, mártires.
Santos Ponciano, papa, e Hipólito, presbítero, mártires
Papa y antipapa respectivamente, fueron condenados a trabajos forzados en el exilio en las minas de Cerdeña durante la persecución. Allí se reconciliaron antes de morir por las duras condiciones del lugar: “Padre, concede a este tu siervo que haga pastorear tu santo rebaño; que siempre haga propicio tu rostro; que distribuya los cargos de acuerdo con tu precepto”. Hipólito es el gran comentarista de la Escritura y muy significativo para la historia de la liturgia.
San Juan Berchmans, religioso
Nacido en Brabante, después de la muerte de su madre leyó la biografía de san Luis Gonzaga y entró en los jesuitas de Malinas. Enviado a Roma para ampliar estudios, murió de una breve enfermedad en 1621 a la edad de 22 años, después de dar ejemplo de gran aplicación intelectual y de preferencia por los valores espirituales: “haz bien lo que haces y aprovecha al máximo hacer las cosas más pequeñas”. A pesar de su corta vida fue conocido por su sonrisa, siendo un ejemplo de cómo vivir con alegría con el Señor. Fue canonizado en 1888.
San Máximo, el Confesor
Nacido hacia el 580, llegó a ser abad de Crisópolis, cerca de Constantinopla. A causa de las invasiones persas, tuvo que huir a Cartago, en el norte de África. Fue célebre por su doctrina y su celo por la verdad católica. Luchó con valentía contra los monotelitas. El emperador hereje Constante lo detuvo a la edad de 82 años, le cortó la lengua y la mano derecha. Este anciano confesor de la fe, mudo y manco, después de ser encarcelado y de sufrir crueldades de todo tipo fue exiliado a la zona de Georgia, donde murió en el año 662. Es reconocido como Padre de la Iglesia, uno de los teólogos de los primeros siglos que pusieron los cimientos de la fe.
Santa Radegunda, reina de los francos
Nacida hacia el año 520 en el seno de la familia real de Turingia, en el centro de la actual Alemania. Cuando Turingia fue invadida por las tropas del rey Clotario, la princesa y su hermano fueron capturados y, años más tarde, fue casada a la fuerza con el rey franco. Tras el asesinato de su hermano por parte del rey, la reina repartió sus bienes y se retiró al monasterio de la Santa Cruz de Poitiers, que ella había mandado construir. Sirvió bajo la Regla de san Cesáreo de Arlés, dedicándose a una vida de oración, penitencia y servicio a los pobres y enfermos. Murió en el monasterio el 13 de agosto del año 587.
Beatos Felipe de Jesús Munárriz y compañeros, mártires de Barbastro
Fueron detenidos al comienzo de la Guerra Civil, durante el asalto al convento claretiano de Barbastro el 20 de julio de 1936. El superior y otros dos presbíteros fueron los primeros en ser fusilados sin juicio, a quienes siguieron los otros 48 claretianos. El testimonio de estos mártires claretianos, en su mayoría estudiantes, es hoy un estímulo de fidelidad en la fe y la paz. Fueron beatificados en 2013. Aquellas semanas murieron también el obispo de la diócesis, Florentino Asensio, y el laico gitano Ceferino Jiménez (beatificados en 1997), así como los dieciocho benedictinos del monasterio del Pueyo (beatificados en 2013).