Hoy, día 1 de agosto, celebramos la festividad de: san Alfonso M. de Ligorio, obispo y doctor; de san Félix, mártir de Gerona; y de las santas vírgenes y mártires: Fe, Esperanza y Caridad.
San Alfonso M. de Ligorio, obispo y doctor
Nació cerca de Nápoles en 1696, en el seno de una noble familia napolitana, llamado “el más santo de los napolitanos y el más napolitano de los santos”. Doctor en Derecho Civil y Canónico, a los 30 años dejó la vida de la corte para dedicarse al apostolado sacerdotal, con una predicación que llegaba tanto al erudito como a la gente sencilla: “sólo he de buscar la gloria de Dios, la santificación de mi alma y la salvación del prójimo, incluso a costa de mi vida”. Fundó la Congregación del Santísimo Redentor “para predicar la Palabra divina a las almas más abandonadas, especialmente las más pobres”.
Después de rechazarlo varias veces, finalmente fue nombrado obispo de Santa Águeda de los Godos, con una gran actividad: misiones populares, atención a los pobres, cuidado de sus sacerdotes: “no hay personas débiles y fuertes en lo espiritual, sino personas que no rezan y personas que sí saben rezar”. Lo dejó 15 años después a causa de una artritis deformante, retirándose a la Campania, entre trabajos y dificultades. Escribió numerosos libros de teología moral y también sobre la Virgen María. Falleció en el Señor el 1 de agosto de 1787. Fue canonizado en 1839, declarado Doctor de la Iglesia en 1871 y en 1950 “protector celestial de todos los confesores y moralistas”.
San Félix de Gerona, mártir
Es el mártir más ilustre de Gerona, muerto en el año 304 durante la persecución de Diocleciano y venerado ininterrumpidamente. Ya a finales del siglo IV fue alabado por el poeta Aurelio Prudencio: “la pequeña Gerona, rica en santas reliquias, presentará la gloria de Félix”. La tradición lo considera un mercader venido de África junto con san Cucufato, para extender la evangelización, y por ello también se le conoce como Félix el Africano. Su pasión, fechada en el siglo VII, recoge sus palabras: “Señor, habéis probado mi corazón y me habéis visitado de noche; me habéis examinado con fuego y en mí no habéis hallado iniquidad”.
Santas Fe, Esperanza y Caridad, vírgenes
El martirologio romano nombra hoy a las santas vírgenes, hijas de santa Sofía, jovencitas de entre 9 y 12 años, que obtuvieron la corona del martirio bajo el gobierno del emperador Adriano en el siglo II, muriendo un 1 de agosto. Su sepultura se encuentra cerca de la tumba de santa Cecilia, en las catacumbas de san Calixto en Roma. Las tres hermanas forman la tríada de las virtudes teologales.