Hoy, día 20 de julio, celebramos la festividad del profeta Elías, del Antiguo Testamento; de santa Margarita de Antioquía, virgen y mártir; y de san Aurelio de Cartago, obispo.
San Elías, profeta del Antiguo Testamento
Gran profeta que aparece en la historia del pueblo de Israel para reivindicar el nombre de Dios frente a la idolatría y la injusticia. El nombre de Elías significa “el Señor es mi Dios”. Llevó una vida solitaria al este del Jordán hacia el siglo IX a.C., y se encendió de celo por la fidelidad a la Alianza en el monte Carmelo. El libro del Eclesiástico dice de él: “Entonces se levantó el profeta Elías: era como el fuego, y su palabra quemaba como una antorcha” (Eclo 48,1).
Un ejemplo sorprendente de su fuerza profética se encuentra cuando se enfrenta a los seguidores de Baal en el monte Carmelo (cf. 1 Re 18), y en el encuentro con el Señor en el Horeb, en el silencio de una suave brisa (cf. 1 Re 19).
Cumplida su misión, fue llevado al cielo en un carro de fuego (2 Re 2,11-12). Su misión continuó primero en su discípulo Eliseo (2 Re 2) y, más tarde, en la persona de Juan Bautista (Mt 17,10-13). Representando a todos los profetas del Antiguo Testamento, apareció junto a Jesús en el momento de la Transfiguración (Mt 17,3).
Santa Margarita o Marina de Antioquía, mártir
Según la hagiografía clásica, en el siglo III, era hija de un sacerdote pagano y conoció la fe gracias a su nodriza, bautizándose a los 12 años. Fue una mártir de Antioquía de Siria, martirizada y decapitada durante las persecuciones de finales del siglo III. Alcanzó gran popularidad durante toda la Edad Media.
La Leyenda Dorada cuenta que en la prisión fue visitada por el diablo en forma de dragón, que la devoró, pero ella, armada con una cruz, logró salir indemne. Por eso suele representarse con un dragón a sus pies y es invocada por las mujeres embarazadas para tener un buen parto.
San Aurelio de Cartago, obispo
Hacia el año 391 o 392, después de que Agustín fuera nombrado obispo de Hipona, Aurelio fue ordenado obispo de Cartago, lo que implicaba ser primado o patriarca de África, siendo uno de los prelados más importantes de la Iglesia.
Aunque la Iglesia africana estaba profundamente dividida por las herejías donatista y pelagiana, así como por la persistencia de costumbres paganas, trabajó con determinación y espíritu conciliador por la pureza de la fe cristiana. Convocó varios sínodos y concilios de obispos africanos. Murió en el año 430.