Hoy, día 1 de julio, celebramos la festividad de: san Simeón el Simple, monje; san Aarón, sacerdote del Antiguo Testamento; san Junípero Serra, presbítero; y el beato Ignacio Falzon, laico.
San Simeón «El Salo», es decir, el simple, monje
Este monje del siglo VI, se dice que provenía de una familia noble, y que tras una peregrinación a Jerusalén se hizo monje, viviendo durante unos treinta años en el desierto del Mar Muerto. Posteriormente fue a Emesa, donde Dios le otorgó sabiduría y el poder de obrar grandes milagros. Bajo la apariencia de locura y realizando multitud de actos extravagantes, intentaba aparecer despreciable ante los hombres. Se metía en conversaciones ajenas dando opiniones ridículas, caminaba torcido, gritaba sin sentido, se lanzaba al suelo revolcándose en el polvo: todos estos actos eran interpretados como “cosas de loco”. Los hombres lo veían reír de día, los ángeles llorar de noche, y escuchaban su oración encendida.
San Aarón, sacerdote del Antiguo Testamento
Lleva un nombre hebreo, aunque probablemente de origen egipcio. Se han propuesto muchos significados como “iluminado” o “instructor”. Estas interpretaciones encajan con san Aarón, hermano mayor de Moisés, a quien ayudó en su tarea de liberar al pueblo de Israel de Egipto y conducirlo hacia la Tierra Prometida. Fue el portavoz de Moisés ante el Faraón. De la tribu de Leví y ungido por Moisés, fue el primer sacerdote del judaísmo. Cuando Moisés está en el Sinaí recibiendo las tablas de la Ley, Aarón cede a la petición del pueblo de tener un ídolo: el becerro de oro. Dios lo perdona, pero posteriores dudas le impiden entrar en Canaán, la Tierra Prometida, siendo enterrado en el monte Hor hacia el siglo XIII a.C.
San Junípero Serra, presbítero
Nacido en la isla de Mallorca en 1713 y bautizado con el nombre de Miguel José, al profesar en la orden franciscana pasó a llamarse Junípero, en honor de un seguidor de san Francisco. Después de ser ordenado y tras sus estudios, en los que se doctoró en teología y filosofía, junto a otros 20 misioneros franciscanos, fue a México, al norte de Querétaro, donde permaneció ocho años.
Tras la expulsión de los jesuitas, los franciscanos asumieron el control de las misiones de Baja California, y fray Junípero exploró la Alta California para anunciar el Evangelio, fundando numerosas misiones, algunas de las cuales dieron origen a las ciudades de San Diego, Los Ángeles y San Francisco. Estas misiones permitieron organizar la agricultura y la ganadería, enseñando letras, música, catequesis y economía. Su estilo evangelizador no era agresivo ni violento: como Ramón Llull, creía que la mejor demostración de algo era mostrarlo tal como es.
Murió en 1784 y fue canonizado en 2015. Un lema inspiró su vida: “siempre adelante”, combinando sensatez y pasión. Esta fue la forma en que fray Junípero encontró para vivir la alegría del Evangelio.
Beato Ignacio Falzon, laico
Nació en La Valeta, Malta, en el año 1813, en el seno de una familia respetable y acomodada. De joven se dedicó a la oración y a la enseñanza del catecismo. En la Universidad de Malta estudió Derecho y se doctoró en Derecho Canónico. Destacó especialmente por la misión que llevó a cabo entre los soldados y marineros ingleses que llegaban a Malta antes de partir hacia la guerra de Crimea, con el objetivo de que abrazaran la fe católica. Atraía a cientos de ellos a la fe y fue un pionero del ecumenismo. Murió en La Valeta el 1 de julio de 1865 y fue beatificado en 2001.