«Unos que habían bajado de Judea, nos dice el libro de los Hechos, enseñaban a los hermanos de Antioquía que si no se hacían circuncidar de acuerdo con la Ley de Moisés no podían salvarse». Cuántas veces pienso y, quizás digo, que los otros deben hacer como yo, siguiendo mis costumbres, y mi «tradición», de lo contrario no son dignos de llamarse cristianos. ¿Cuántas veces reducimos la fe a cosas formales y exigimos que los otros hagan como nosotros?
Señor, dame lucidez para saber distinguir entre lo que es fundamental en la fe y aquello que son las formas.