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21 de abril 2025 San Anselmo y san Apolonio de Roma

Hoy, 21 de abril, celebramos la festividad de san Anselmo, obispo y doctor; y san Apolonio de Roma, mártir.

San Anselmo de Canterbury, obispo y doctor

Nacido en 1033 en el Valle de Aosta, en el norte de Italia, fue monje benedictino, teólogo, filósofo escolástico y abad de Bec (Normandía), donde residió la mayor parte de su vida. Tuvo que abandonar su monasterio para convertirse en arzobispo primado de Canterbury, donde se opuso al rey de Inglaterra para defender la libertad de la Iglesia, lo que le costó dos exilios.

San Anselmo se destacó como predicador, reformador e iniciador. Sus años más fructíferos intelectualmente fueron los que pasó en Bec. Es uno de los fundadores de la teología escolástica, a quien la tradición cristiana atribuye el título de “doctor magnífico”. Su pensamiento teológico consiste en una búsqueda ardiente de Dios, a la luz de la inteligencia y de la fe; representa un esfuerzo de racionalización sin perder el carácter contemplativo. Se convirtió en el mejor exponente del pensamiento monástico del siglo XI. Su lema más conocido es: “No busco comprender para creer, sino que creo para poder comprender”. Sus obras más conocidas son el Monologion (monólogo) y el Proslogion (coloquio), dedicadas a demostrar la existencia de Dios a posteriori y a priori respectivamente.

Murió un 21 de abril del año 1109. Venerado como santo por las iglesias católica y anglicana, fue canonizado en 1163 y proclamado doctor de la Iglesia Católica en 1720.

San Apolonio de Roma, mártir

Patricio romano de cierta relevancia en la sociedad romana, conocido por su cultura, y que, en tiempos del emperador Cómodo, hacia el año 185, fue denunciado como cristiano probablemente por uno de sus esclavos. Defendió con elocuencia su fe con un elaborado discurso ante el Senado:
“Los decretos de los hombres no pueden suprimir el decreto de Dios. No nos resulta penoso morir por el Dios verdadero, porque por medio de Él somos lo que somos; para no morir de una mala muerte, lo soportamos todo con constancia. Estemos vivos o muertos, somos del Señor”.
Durante el proceso que se siguió contra él, afirmó que cada día rezaba por el emperador, que reina en la tierra por la sola voluntad divina. Fue condenado a la decapitación.