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18 marzo 2025 San Cirilo de Jerusalén y San Salvador de Horta

Hoy, día 18 de marzo, celebramos la festividad de san Cirilo de Jerusalén, obispo y doctor, y la de san Salvador de Horta, religioso.

Cirilo de Jerusalén, obispo y doctor

Nacido alrededor del año 315, es conocido y tiene un papel importante en la historia cristiana por sus catequesis sacramentales. Cirilo recibió una excelente formación literaria que se convirtió en la base de su cultura eclesiástica, centrada en el estudio de la Biblia. Fue ordenado presbítero por el obispo Máximo y, cuando este falleció en el 348, le sucedió como obispo de Jerusalén, siendo ordenado por Acacio, influyente metropolitano de Cesarea de Palestina.

Su prestigio episcopal se vio amenazado, antes del Primer Concilio de Constantinopla, por la fluctuación en las fórmulas teológicas: en su juventud había seguido las tendencias arrianas, pero finalmente se adhirió a la fe de Nicea, que definía la preexistencia de Cristo. Esto le acarreó enemistad con los arrianos, el emperador Valente y otros, llegando a ser exiliado en tres ocasiones.

Conservamos 24 lecciones escritas por él, dirigidas a los catecúmenos y a los recién bautizados, llamadas “Catequesis”, que lo convierten en un modelo de enseñanza religiosa y justifican su título de Doctor:

«Has caído en las redes de la Iglesia. Por lo tanto, déjate capturar vivo; no huyas, porque es Jesús quien te pesca con su anzuelo, no para darte muerte, sino resurrección después de la muerte. (…) Desde hoy mueres al pecado y vives para la justicia.»

Su muerte debe situarse alrededor del año 386.

San Salvador de Horta, religioso

Salvador Pladevall, conocido como Salvador de Horta, es probablemente el taumaturgo catalán más célebre. Nació en Santa Coloma de Farners en 1520. Huérfano de padres, junto con su hermana se trasladó a Barcelona para trabajar como aprendiz de zapatero. Vecino y feligrés de Santa María del Mar, desarrolló una gran devoción por la Virgen María. Parece que durante esta época subió a Montserrat y pasó una temporada en el monasterio. Más tarde trabajó como campesino en la llanura de Barcelona y, cuando su hermana se casó, pudo ingresar como hermano lego en el convento de Santa María de Jesús de Barcelona, de los franciscanos observantes, donde profesó dos años después con el nombre de Salvador. Siempre desempeñó los oficios más humildes y fue portero del convento. Pronto se ganó la confianza y la estima tanto de los indigentes como de los acaudalados, y la afluencia de gente que acudía al convento fue en aumento.

Para apartarse del revuelo que causaba su popularidad, fue destinado a Lleida, Bellpuig y finalmente llegó a Horta de Sant Joan, en la Terra Alta. Allí comenzaron las curaciones milagrosas y, al poco tiempo, llegaban personas de toda la península. El santo los exhortaba a tener fe en Dios, a aborrecer el pecado y a confesarse.

Entre los innumerables milagros recogidos en los procesos canónicos o expuestos por historiadores, destaca el siguiente: Unos padres venidos del País Vasco pidieron al santo que curara a su hija sordomuda. Después de bendecirla, les dijo: “Quedaos aquí ocho días rezando a la Santísima Virgen y después vuestra hija hablará.” Al cuarto día, la niña comenzó a hablar en catalán y la gente exclamaba: “¡Milagro, milagro!” Los padres, asombrados, se quejaron de que no entendían a su hija. Entonces el santo les dijo:

«La Santísima Virgen ha obrado el milagro de esta manera para que todos los aquí presentes entiendan lo que dice la niña: por eso habla la lengua de esta tierra. La Santísima Virgen quiere que vuestra hija se exprese en catalán aquí, hasta que salgáis de este Reino; cuando estéis fuera, volverá a hablar en vuestra lengua vasca.»

Emprendieron el camino de regreso y, efectivamente, así fue.

Allí, en Horta de Sant Joan, permaneció once años y de este lugar tomó su apellido. Poco a poco, debido a su fama de taumaturgo, llegaban personas de Flandes, Italia, Francia e incluso de las Indias. Un año, en Semana Santa, se congregaron alrededor de cuatro mil personas. Por el alboroto que causaba tanta gente, fue trasladado a Reus y después a Barcelona, donde fue interrogado y absuelto por la Inquisición.

La fama de su virtud y de sus milagros llegó hasta la corte de Felipe II, que lo llamó a Madrid. En su regreso pasó por Valencia, donde fue acogido por el Duque de Gandía, quien más tarde sería san Francisco de Borja, y posteriormente regresó a Barcelona. Pocos años después fue destinado al convento de Cagliari (Cerdeña), donde continuó obrando prodigios hasta su muerte en el año 1567. Su canonización data de 1938.

Última actualització: 18 marzo 2025