Hoy, día 12 de marzo, celebramos la festividad de San Maximiliano, mártir, y de San Luis Orione, presbítero.
San Maximiliano de Tebessa, mártir
El 12 de marzo del año 295, a la edad de veintiún años, sufrió martirio al ser decapitado en Tebessa, Numidia, la actual Argelia. Según recoge su acta martirial, su passio, se negó a ser soldado porque debía portar la insignia militar con la efigie del emperador: «Nunca serviré. Podéis decapitarme, pero no seré un soldado de este mundo porque soy un soldado de Cristo (…). Ya llevo el signo de Cristo, mi Señor.»
Tras su muerte, una matrona llevó su cuerpo a Cartago, donde fue enterrado cerca de la tumba de San Cipriano.
San Luis Orione, presbítero
Nació en el año 1872 en Pontecurone, en el norte de Italia. Después de pasar por el noviciado de los franciscanos (que tuvo que abandonar por una pulmonía) y de estudiar tres años con los salesianos en Turín (donde conoció a San Juan Bosco y las obras de caridad de José Benito Cottolengo, vecino del Oratorio salesiano), finalmente ingresó en el seminario diocesano. Fundó colegios para niños pobres y, una vez ordenado sacerdote, creó la Pequeña Obra de la Divina Providencia y otras congregaciones e instituciones con el objetivo de ayudar a los necesitados de todo tipo, impulsar obras de regeneración social y revitalizar la vida eclesial en Italia y en el mundo.
En 1915 abrió su primer Pequeño Cottolengo en Italia, al que siguieron muchos otros. Posteriormente, viajó a Sudamérica y vivió en Brasil, Uruguay, Argentina y Chile.
Suyas son estas palabras: «Nuestro Dios es un Dios apasionado de amor. Dios nos ama más de lo que un padre ama a sus hijos. Cristo Dios no vaciló en sacrificarse por la humanidad. En el más desgraciado de los hombres brilla la imagen de Dios. Quien da a un pobre, da a Dios, y obtendrá de la mano de Dios la recompensa.»
Falleció en San Remo en 1940 y fue canonizado en 2004.