Hoy, día 12 de febrero, celebramos la festividad de santa Eulalia de Barcelona, virgen y mártir.
Una tradición barcelonesa, que se remonta al menos al siglo VI, nos dice que, en la última y más dura de las persecuciones que los cristianos sufrieron bajo el Imperio romano, la decretada por el emperador Diocleciano en el año 304, Eulalia, una joven barcelonesa de doce o trece años, no pudiendo soportar la situación en la que se encontraban sus hermanos cristianos, murió dando testimonio de su fe en el pretorio de la Barcino romana.
Las noticias sobre la mártir son tardías, pero su culto fue muy ferviente en la época visigótica, destacando el himno que le dedicó el obispo Quirico, hacia el año 630. Sus reliquias, escondidas para salvarlas de la persecución sarracena, fueron descubiertas en el 877 por el obispo Frodoí. En el año 1327, ya construida la cripta de la actual catedral de Barcelona, fueron instaladas en un majestuoso sarcófago.