Hoy, 10 de febrero, celebramos la festividad de santa Escolástica, virgen.
Todo lo que conocemos sobre la vida de santa Escolástica proviene de dos capítulos de la obra Diálogos, de san Gregorio Magno, quien fue papa entre los años 590 y 604.
Según él, Escolástica era la hermana de san Benito de Nursia, considerado el padre del monacato cristiano occidental. Ella, nacida alrededor del 480, ya desde joven se había consagrado al Señor con el voto de castidad. Años más tarde, cuando su hermano se estableció a vivir en el monasterio de Montecassino, también encontramos a Escolástica viviendo en comunidad con otras mujeres consagradas que seguían la regla de san Benito. La tradición ha tendido a considerar este núcleo como el iniciador de las benedictinas.
Los capítulos nos presentan el favor que gozaba ante Dios, debido a su gran amor. Son datos suficientes para valorar la confianza en Dios, la oración y la libertad de espíritu que la caracterizaban. Murió poco antes que su hermano, alrededor del año 547. Un acontecimiento que Benito conoció en su monasterio, al ver elevarse hacia el cielo, desde el cenobio de su hermana, una paloma blanca.