Hoy, día 15 de enero, celebramos la festividad: de los santos Maur y Plácido, monjes; del profeta Habacuc del Antiguo Testamento; de Paz de Tebas, ermitaño; y la de Macari, abad.
San Mauro y san Plácido son los discípulos predilectos de san Benito. El papa Gregorio Magno, da rasgos biográficos en la contalla del joven monje Maur, que camina sobre el agua para socorrer al Niño Plácido que había caído; narración que es un bello ejemplo de la obediencia sin espera, y de una amistosa discusión de mutua humildad. Su obediencia decidida se convierte en plasmación de este ideal monástico.
El profeta Habacuc, a finales del siglo VII aC, proclamó que el Dios todopoderoso, prepara su triunfo a través de caminos paradójicos y declaró que “el justo vivirá por la fe”.
Según la tradición, Pablo de Tebas, conocido con el título de “primer ermitaño” huyó al desierto de Tebas, en Egipto, a raíz de la persecución de Decio del año 250, como tantos otros cristianos. Pero él se quedó allí y llevó vida eremítica hasta su muerte, acaecida cuando tenía más de cien años.
Macari, abad del siglo IV, suele llamarse Macario el Grande o de Egipto, para diferenciarlo de Macario de Alejandría, contemporáneo suyo como él, discípulo de san Antonio. De vida eremítica, con el tiempo fundó una colonia monástica bastante concurrida. Su biografía es muy confusa. Sin embargo, tenemos noticia de una Vita Macharii de origen copto, que sería el texto más antiguo sobre este santo.