Hoy, día 10 de enero, celebramos: la festividad de san Gregorio de Nisa, obispo; y la de san Pedro Urseol, monje.
Gregorio de Nisa nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia. Su formación cristiana fue guiada por sus hermanos Basilio y Macrina. Siendo monje, su hermano Basilio el Grande lo nombró obispo de Nisa. De temperamento místico y admirador de Orígenes, llevó el platonismo a su máximo despliegue cristiano. Junto con Basilio y Gregorio de Nazianzo, forma el grupo de los tres grandes padres capadocios. El Concilio II de Nicea le otorgó el título de “Padre de los Padres”. Dejó obras exegéticas, dogmáticas, homiléticas, ascéticas y algunas cartas. Influyó decisivamente en la doctrina mística de Oriente, gracias a su “Vida de Moisés” y al “Tratado de la virginidad”. En su “Gran discurso catequético” expuso las líneas fundamentales de la teología. Participó en varios sínodos y fue uno de los protagonistas del Concilio de Constantinopla del año 381, en el que se definió la divinidad del Espíritu Santo. Murió entre los años 394 y 400, y se le venera tanto en la Iglesia católica como en la Iglesia ortodoxa.
Pedro Urseol, dux de Venecia, abandonó repentinamente sus funciones y su familia, y en el año 978, acompañado por san Romualdo, se retiró en busca de una vida dedicada plenamente a Dios. Llegó al monasterio de San Miguel de Cuixá, donde llevó una vida monástica hasta su muerte en el año 992.