Hoy, día 3 de noviembre, celebramos la festividad de: san Martín de Porres, religioso; de san Ermengol, obispo; de san Pedro Almató, presbítero y mártir; y de santa Silvia de Sicilia.
Martín de Porres era hijo de una mulata y de un noble castellano, nacido en Lima en el año 1579. El joven trabajó en una farmacia y una barbería, donde fue muy valorado por su habilidad y trato, hasta que ingresó como “donado”, para hacer las mismas tareas, en el convento de los dominicos de Lima, el primero de la orden en todo el Perú. Nueve años después, en 1603, fue admitido como hermano cooperador. A menudo se le conoce como el santo de la escoba, símbolo de humildad. Sus contemporáneos también destacaban su profunda vida espiritual y gran devoción a la eucaristía. Sobresalió en la atención a los enfermos y se le atribuyen curaciones que parecían imposibles, así como varios milagros. Murió el 3 de noviembre de 1639. Fue canonizado en 1962.
Ermengol, hijo del vizconde de Conflent, sucedió a su tío Sala como obispo de Urgell. Fue un hombre muy activo, que trabajó por la reconstrucción material y espiritual de su diócesis. Promovió la renovación de la iglesia de Santa María, la actual catedral. Encontró la muerte en 1035, mientras colaboraba en la construcción de un puente sobre el Segre. Seis años después ya se le rendía culto.
Pedro Almató, nació en Sant Feliu Sasserra (el Lluçanès). Estudió en el seminario de Vic, ingresó en los dominicos y recibió el sacerdocio en Manila, desde donde pasó a Vietnam, en la época más fuerte de la persecución contra los cristianos. Fue decapitado por la fe en Tonkín, Indochina, en el año 1861. Forma parte de los 117 santos mártires de Vietnam, que se celebran conjuntamente el 24 de noviembre.
De Silvia de Sicilia, cabe recordar que es la madre del papa san Gregorio el Grande. Vivió aproximadamente entre los años 520 y 592. El mismo papa Gregorio habla de ella en sus escritos y resalta su fe y su espíritu de oración.