Para Pablo está claro que: «Para la libertad nos ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes, y no dejéis que vuelvan a someteros a yugos de esclavitud». Pablo ve, pues, que tenemos el peligro de caer en la esclavitud. ¿Qué nos puede derribar?
Señor, que siempre tenga presente el precio de mi libertad.