Hoy, día 9 de octubre, celebramos la festividad de: san Dionisio, obispo, y compañeros, mártires; de los presbíteros san Juan Leonardi, y san Luis Bertran; y conmemoramos al patriarca Abraham y su esposa Sara.
Según san Gregorio de Tours, Dionisio se trasladó desde Roma a las Galias, a mediados del siglo III. Fue el primer obispo de París, donde murió mártir junto con dos miembros de su clero (Rústico y Eleuterio), seguramente en la persecución de Deci, hacia el año 250. Fueron enterrados donde actualmente se alza la famosa abadía de Saint- Denis.
Juan Leonardi, sacerdote de Luca (Toscana) fundó primero en su ciudad una comunidad, para catequizar a jóvenes y adultos: los Clérigos de la Virgen. Después se instaló en Roma, donde sentó las bases de la futura Congregación para la propagación de la fe, para velar por las misiones. Murió de la peste, víctima de su caridad, en Roma, en 1609.
Luis Bertran fue un presbítero dominico, que durante siete años predicó el evangelio entre los indios de América del sur. Murió, siendo prior de Valencia, en 1581.
Abraham, natural de Ur de los caldeos, en época de migraciones siente la llamada de Dios, que le invita a irse hacia la tierra de Canaán. Hacia el siglo XIX aC, nuestro padre en la fe, vio su día y se alegró. Dios lo declaró justo, y se convirtió en padre de una multitud de creyentes. Desde el punto de vista humano, será el pueblo de Israel, pero desde el punto de vista espiritual, será el pueblo de quienes han sido llamados a la fe por medio de Jesucristo.
Sara es la mujer de Abraham, por medio de ella contra toda esperanza, se realizarán las promesas de Dios: cuando ella tiene noventa años, Dios promete a Abraham, que su mujer tendrá un hijo. Y Sara, efectivamente, será madre de Isaac. En el Nuevo Testamento, Sara es presentada como símbolo de fe en Dios, que actúa más allá de toda lógica humana.