Había una conciencia en el pueblo de Israel que consistía en ver la experiencia del exilio, de la dispersión y de la pérdida de Jerusalén, como un castigo por sus infidelidades. Volver del exilio era experimentar la reconciliación con Dios. Al leer hoy el texto de Miqueas que nos propone la Iglesia, nos da el clima de reconciliación o mejor dicho, de la misericordia de Dios. Sólo hay que recordar: «¿Qué Dios hay como tú, capaz de perdonar el pecado de pasar por alto la falta del resto de tu heredad? No conserva para siempre su cólera, pues le gusta la misericordia». A lo largo de la historia de la Iglesia ha habido momentos difíciles en los que nos hemos apartado, y momentos de reencuentro con el Señor. En tu historia personal, ¿qué son estos momentos?
Señor que, reflexionando sobre mi vida, descubra los momentos que me he abierto tu misericordia.