El texto de hoy nos presenta la situación del hombre después de haber transgredido el mandamiento de no tomar el fruto del árbol del bien y del mal. Adán toma conciencia de su limitación (iba desnudo). Dios le pide cuentas y vemos cómo aparece el instinto de ir echando las culpas a otro, hasta llegar a la serpiente prototipo de Beelzebul del rey de los demonios, para quitarse de encima el sentimiento de culpabilidad. Y así ha ocurrido a lo largo de la historia de los hombres, por eso podemos decir que es del pecado original, es decir, el origen del mal. Cuando el texto nos dice: «pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuanto tú la hieras en el talón». Nos anuncia que la lucha de la humanidad por no caer en la tentación durará siempre. ¿Qué hago yo por no dejarme sorprender por la tentación?
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes temor.