El relato de hoy nos hace ver que Pablo era hábil a la hora de defenderse. Así nos dice que: «Pablo sabía que una parte del Sanedrín eran fariseos y otra saduceos». Y por ello plantea su fe en la resurrección de los muertos; lo que provoca una discusión muy enconada, dividiendo la asamblea que lo acusaba. De tal modo que el tribuno se vio obligado a proteger Pablo. Pero también conviene subrayar las últimas palabras del texto de hoy: «La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: – «¡Animo! Lo mismo que has dado testimonio en Jerusalén de lo que a mí se refiere, tienes que darlo en Roma». ¿El Señor te podría decir también que tengas coraje, porque el testimonio que has dado hasta ahora, deberás darlo en otro lugar?
Perdóname, Señor, por las veces que he sido cobarde para dar testimonio de mi fe.