En este constante viajar debían buscar un lugar adecuado para ir a orar el sábado. Así nos dice hoy que: «El sábado salimos de la ciudad y fuimos a un sitio junto al río, donde pensábamos que se había un lugar de oración». Allí estaba Lidia que aceptó la fe que predicaba Pablo. Cuando sales de viaje, ¿te preocupas de encontrar un lugar adecuado para orar? ¿Te avergüences que te vean orando?
Señor, ayúdame a quitarme de encima estos respetos convencionales que me impiden vivir sinceramente la fe.