En el relato de hoy hay una afirmación que la Iglesia, como hizo Pedro, no deberíamos olvidar nunca: «Ahora comprendo con toda la verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea»; y nos comenta que «los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles». Quizás una de las cosas más maravillosas que tenemos que saber descubrir es como el amor de Dios, el Espíritu Santo, se derrama en todos. Mira a tu alrededor. Mira cómo el amor de Dios se manifiesta.
Señor, ¡qué grande es tu amor!