Si te fijas bien, el martirio de Esteban que nos es descrito hoy, recuerda la misma pasión y muerte de Jesús: los ancianos y los escribas se recomían de rabia; se tapan los oídos (no quieren escuchar); Esteban perdona: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado»; y a la hora de morir dice: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Todavía hoy, como Esteban, hay quien muere por la causa de Jesús.
Señor, que en los momentos de dificultad por tu causa, tenga el coraje de las personas que son como Esteban, y lo viva haciendo en mí el memorial de tu cruz.