Hoy es la fiesta más grande del año litúrgico. Celebramos la resurrección de Jesús. La primera lectura de la Eucaristía nos recuerda lo que es esencial en nuestra fe. Es Pedro el que subraya lo que es verdaderamente importante. Con Pedro lo hará toda la Iglesia, y, por tanto, cada uno de nosotros. Sería muy bueno que recordáramos de memoria lo que Pedro anuncia de lo que él es testigo; para que también cada uno de nosotros hiciéramos como Pedro. Pedro se hace creíble. También nosotros tenemos que ser creíbles. Pero lo seremos poco cuando nuestro testimonio no es capaz de explicarlo desde la experiencia de la fe. Primero hay que pensar de qué, en esencia, tengo que dar testimonio. ¿Qué es, en esencia, lo que yo vivo desde mi experiencia de fe?
Señor, quiero vivir el misterio de tu amor. Señor, te pido ayuda: enséñame a agradecértelo.