Las palabras de Isaías: «El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás», podríamos pensar que es Jesús mismo quien las dice. Es la experiencia de su pasión y cruz, para obedecer la voluntad del Padre. Un gesto tan fuerte y tan comprometido, nunca el sabremos valorar lo suficiente, pero esta imposibilidad no debe impedir que, una y otra vez, admiremos la fuerza del testimonio de Jesús, y que nos dejemos impregnar por esta oblación. ¿Es que acaso te da miedo el que tú puedas hacer la experiencia? ¿Qué sentido tiene tu vida? ¿Es redentora, salvadora como cristiano que eres?
Señor, que el oído de mi corazón esté siempre dispuesto a escucharte.